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Varias generaciones se entrelazaron para rendir homenaje al poeta

Los uruguayos rindieron este martes un último homenaje a ese gran escritor que es y será siempre Mario Benedetti

Los uruguayos rindieron este martes un último homenaje a ese gran escritor que es y será siempre Mario Benedetti

martes 19 de mayo de 2009, 21:43h

Cientos de uruguayos acompañaron el martes a través de la capital hasta el Panteón Nacional los restos del escritor Mario Benedetti, quien falleció a los 88 años tras una carrera literaria de seis décadas.  Niños, adolescentes y adultos se apostaron en las escalinatas del Congreso para despedir entre aplausos el féretro del aclamado poeta, quien fue velado durante todo el lunes en el Salón de los Pasos Perdidos tras su fallecimiento el domingo por la tarde en su hogar.

Miles de personas dijeron adiós al escritor hasta altas horas de la noche del lunes, dejando decenas de ramos de flores y bolígrafos al pie del ataúd. El martes por la mañana, una multitud de más de 1.000 personas recibió con aplausos y lágrimas al féretro en el cementerio, mientras en radios y canales de televisión se repetían los poemas y entrevistas del autor.

"Es como la muerte de un familiar, de alguien que conocíamos bien y que nos conocía tan bien a pesar de nunca haber estado juntos. El transmitía esa calidez en sus textos", dijo Aurora Alves, una enfermera de unos 40 años, a Reuters.

Miles de comentarios inundaron portales de Internet homenajeando al escritor, mientras en correos electrónicos y mensajes de texto se recordaban frases y poemas de uno de los autores más reconocidos dentro y fuera de las fronteras.

Tras el homenaje de Estado en el Panteón, sus restos serán trasladados a otro cementerio de la capital uruguaya junto a la tumba de su esposa Luz, que murió en 2006 y con quien estuvo casado durante 60 años.

Los dos últimos libros en los que trabajó antes de morir, uno de poesía titulado "Biografía para encontrarme", con 66 poemas, y una novela, serán editados y publicados en los próximos meses por la Fundación Mario Benedetti, una institución que el escritor pidió que se creara tras su fallecimiento para apoyar a poetas en lengua española.

"A todos nos genera un gran dolor, pero hay que recordarlo con alegría, como era él", dijo a un canal local Felipe Michelini, hijo del legislador Zelmar Michelini, amigo cercano de Benedetti, a quien dedicó varias poesías tras su asesinato en Buenos Aires en 1976 durante la dictadura militar.

"PLUMA MAGICA"

Benedetti, un izquierdista declarado, debió exiliarse durante la dictadura transcurrida entre 1973 y 1985 debido a la represión militar, pero desde lejos continuó denunciando al Gobierno de facto y sus cientos de víctimas.

"Mario era una pluma mágica y multifacética que generó sin premeditación alguna, desde todos los géneros, modelos de conducta", dijo en un discurso en el cementerio el cantautor Daniel Viglietti, otro ícono de las décadas de 1960 y 1970 con quien compartió escenario en el espectáculo "A Dos Voces".

Para Agustina, una estudiante de 26 años, "Benedetti es parte de nuestra identidad, algo que pasa de generación en generación. Creo que 'Montevideanos' fue lo primero que leí de él y me acuerdo que lo saqué de la biblioteca de mis padres".

Benedetti, cuya salud se deterioró tras la muerte de su esposa y que a principios de mayo fue dado de alta de un centro privado de salud tras ingresar por una enfermedad intestinal crónica, comenzó su carrera en 1949.

La fama le alcanzó en 1956 con la publicación de "Poemas de la oficina", una obra que trata sobre la rutina laboral. Su novela más conocida internacionalmente, "La Tregua", de 1960, fue traducida a 19 idiomas y llevada al cine y al teatro.

El autor, que tras el regreso de la democracia a Uruguay dividió su residencia entre Montevideo y Madrid escapando del frío invierno que acentuaba su asma, ganó en 1999 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en 2001 el Premio Iberoamericano José Martí y en 2005 el Menéndez Pelayo.

Según medios locales, la venta de sus libros y del disco "A Dos Voces" aumentó en la capital casi inmediatamente después de conocerse la noticia del fallecimiento.

"Me queda una sensación de soledad y vacío. Describía como nadie lo que sentíamos muchos y esa ausencia va a ser muy dura, ya lo es para mí", comentó Alberto, un profesor de literatura retirado de 64 años.

 

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