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Árboles de la ciudad

Tilo

miércoles 22 de noviembre de 2006, 17:24h
El género Tilia consta de unas 45 especies de plantas leñosas distribuidas por las regiones templadas de Asia, Europa y Norteamérica. En la Península Ibérica están localizados mayoritariamente en el norte y algunas regiones del centro. Se trata de árboles de hermoso porte, de hasta 30 metros de altura, copa amplia y follaje denso, lo que les hace muy apropiados para dar sombra en plazas y avenidas.

A principios de verano podemos observar las inflorescencias, compuestas por 6-7 flores pequeñas y olorosas, que cuelgan de un pedúnculo unido a una especie de escama de color verdoso llamada bráctea. Ambas, flores y brácteas se utilizan para la elaboración de infusiones de tila, muy conocidas por sus cualidades relajantes. Distribución: especie originaria de Europa y oeste de Asia. Datos del ejemplar: Altura: 22 m, diámetro:0,51 m, edad: aproximadamente 80 años. Árbol de hoja caduca que se caracteriza por la especial disposición de flores y fruto, al final de un largo pedúnculo soldado a una hoja especial con forma de lengüeta.

Puede alcanzar los 30 m de altura máxima y vivir hasta 400 años. Florece a principios del verano y madura los frutos en otoño. El Real Jardín Botánico, que ya en 1794 cultivaba esta especie, alberga dos glorietas formadas por tilos de gran belleza. Este ejemplar, adquiere aún mayor singularidad por la glicinia Wisteria sinensis que se aferra a su tronco, dando lugar a un atractivo conjunto.

Las hojas desprendidas del tilo proporcionan un humus rico, razón por la cual son plantados para mejorar los suelos pobres. La madera de este árbol es fácil de trabajar, aunque debido a su gran contenido proteico es frecuente el que se vea por las larvas de los insectos. Las flores del tilo se conocen y usan desde hace siglos en la medicina popular para combatir resfriados, gripe, afecciones biliares y hepáticas. Es una especie umbrática de largas raíces, sensible a la contaminación ambienta y que peligra con las heladas.

Se cuenta que los germanos se reunían a deliberar bajo un tilo y que a su ampara celebraban los juicios. La vida social misma de las aldeas giraba en torno a estos árboles, que solían plantarse en lugar destacado de los emplazamientos. El tilo era el lugar comunitario al que se acudía para el descanso y la conversación. Así, enlaces, festejos y toda clase de encuentros se celebraban junto al tilo.

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