El azúcar brasileño recuperará en 2009 parte del espacio perdido con el etanol

La patronal del sector indicó que la producción de azúcar representará el 45% de la cosecha de caña 2009-2010 y la de etanol el 55%, mientras que en el período 2008-2009 los porcentajes fueron del 40% y el 60%, según publicó la edición digital del diario Folha de Sao Paulo.

   La producción del biocombustible en Brasil se inició en mayo de 1979 con el abastecimiento a una flota de 2.000 automóviles adaptados después de consolidar el producto final, que tuvo como antecedente el experimental "Pro-alcohol".

   Con una paralización de producción en la década del ochenta el auge del etanol volvió en los años noventa y se consolidó en los últimos años para llegar a una mezcla obligatoria de hasta el 25% en la gasolina y una flota que alcanzó en 2008 los siete millones de automóviles "flex fuel".

   La tecnología de los vehículos automotores biocombustibles permite el abastecimiento en un mismo tanque de gasolina fósil y etanol en cantidades indiscriminadas.

   El Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva se ha empeñado en la promoción de los biocombustibles a nivel externo, pero el sector sufre con la caída de los precios debido a un exceso de oferta provocado por la disminución de las exportaciones a raíz de la crisis global.

   "Hoy estamos vendiendo etanol por debajo del costo de producción", afirmó el presidente de la Unión de Productores de Bioenergía (Udop), José Carlos Toledo.

   Brasil lidera junto a Estados Unidos la producción mundial de biocombustibles, pero la matriz estadounidense, que es maíz, es cuestionada por quienes alegan que su uso puede atentar contra la producción y precios de alimentos.

   Los combustibles "verdes" o "limpios" de Brasil tomaron más fuerza después de 2002 con la intensificación de las campañas mundiales en pro del medio ambiente y la conservación de los recursos naturales.

   El biodiesel brasileño, producido de oleaginosas como la soja y el girasol, es mezclado en un 3,0% con el diesel convencional derivado del petróleo.
Sin embargo, la producción de este tipo de combustibles ha sido paradójicamente cuestionada por ambientalistas que critican las quemadas en los plantíos de caña de azúcar y por denuncias de trabajo análogo a la esclavitud.