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Rafael Plaza

Piel oscura, ideas claras

Piel oscura, ideas claras

jueves 04 de junio de 2009, 22:07h

Rafael Plaza

 

Piel oscura, ideas claras

 

04-06-2009 Barack Obama, el primer presidente negro de los Estados Unidos, ha pronunciado hoy en la Universidad de El Cairo (Egipto) un discurso que va más allá de las palabras y que da esperanzas sobradas de que, si él lleva a cabo sus ideas, magníficamente expresadas, y si los poderes aludidos las ponen sobre la mesa del diálogo, esta Humanidad puede cambiar, el mundo puede entrar en una nueva era, tras el desastre que ha dejado el final del siglo XX y el caos en que ha entrado en los diez primeros años del siglo XXI.

Obama ha hecho, en la capital más grande del mundo árabe, un canto muy realista, muy directo y muy sincero a los “logros de la civilización islámica”. Ha afirmado que EEEUU y el Islam “no están en guerra”, ha criticado durísimamente la “ocupación de Palestina por parte de Israel”, (sin eludir las críticas más directas a los comportamientos violentos de los palestinos contra el estado ocupante), quebrando de manera radical el estilo, las formas y las actitudes de su funesto predecesor George Bush, que siempre apoyó sin el menor escrúpulo las acciones criminales del Gobierno israelí contra el sufrido pueblo palestino. "La situación de los palestinos es intolerable. Sufren las humillaciones diarias que acompañan a la ocupación. Nunca daremos la espalda a su derecho legítimo a vivir con dignidad y un estado propio", ha dicho tajantemente Obama, entre el clamor de aplausos de las cientos de personas que esta mañana presenciaban su intervención. Esto representa una autocrítica sin ambages de los anteriores gobernantes norteamericanos respecto al conflicto palestino-israelí, y una apuesta incondicional por el fin de la ocupación de Palestina.

 

    Obama ha prometido que “las relaciones entre Israel y USA no se van a romper”, recordando a su vez la “trágica historia del pueblo judío”. Pero no ha tenido pelos en la lengua para insistir en la “ilegalidad de los asentamientos judíos en Cisjordania” y en la petición de que los mismos “se detengan definitivamente”. La sensibilidad de Obama hacia la “crisis humanitaria” de Gaza ha quedado meridianamente expresada., conociendo el rechazo que ha mostrado siempre a esta sensibilidad el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. “No debemos ser prisioneros del pasado”, ha dicho Obama. A los palestinos, por su parte, les ha pedido que abandonen la (término que nunca utilizó el diccionario oficial de la Casa Blanca) a través de la violencia. Obama ha comparado esa resistencia de los palestinos en pro de su libertad con la que ejercieron los negros en EEUU, aunque éstos últimos “resistencia”“utilizaron la paz, en lugar de la violencia”. “La violencia es una equivocación que no tiene éxito”, apuntaló, añadiendo que los negros en USA acabaron con la injusticia de la discriminación racial sin recurrir a la fuerza de las armas. También se refirió Obama al fin de la violencia en Sudáfrica. Es la primera vez que un presidente norteamericano reconoce el sufrimiento de los palestinos en los últimos 60 años.

 

Obama no ha escapado a ninguno de los temas más sangrantes que hoy amenazan a la Humanidad y que también se producen en la región, poniendo el acento en que Israel es el único país del área que posee armas nucleares. América apoya un mundo donde nadie tenga esta clase de armas, dijo también, refiriéndose al Tratado de No Proliferación Nuclear al que Israel nunca se ha adherido y que incluso ha firmado Irán. Obama ha dado un repaso impresionante a la actualidad mundial y ha dejado entrever que EEUU se va a poner a la cabeza de unos cambios que considera absolutamente necesarios. El sabe que uno de los problemas reside en el mundo musulmán, al que medio planeta está considerando un peligro para la Humanidad. Pues no: el presidente norteamericano se ha dirigido a los 1.500 millones de musulmanes del planeta para asegurarles un cambio en las relaciones de USA con los fieles seguidores de Mahoma, y citando algunos versos del “sagrado libro del Corán”, como lo calificó. Ni un discurso ni cien discursos van a cambiar estas relaciones de la noche a la mañana, vino a decir Obama. “Hay que recuperar el espíritu de tolerancia de Al Andalus y de Córdoba”, dijo literalmente, haciendo un guiño a la historia de España, muy diferente del que hizo Aznar en uno de sus momentos de prepotencia e incultura históricas. “El Islam no es parte del problema para combatir la violencia extremista, sino de la solución para promover la paz”, añadió.

 

    Obama ha hablado también esta mañana de las guerras de Irak y de Afganistán, reprobando expresamente la invasión del primer país citado, algo inédito y sorprendente en la deriva de la política estadounidense en los últimos 19 años. También ha hablado de la necesaria liberación de la mujer musulmana y del respeto, a su vez, que Occidente debe mostrar por sus costumbres y tradiciones, siempre que sean por propia decisión. No ha huido de la palabra “desigualdad” en la educación de las mujeres, pronunciada en la capital de uno de los países más duros con las mujeres a este respecto. Su compromiso con el diálogo palestino-israelí, con los pueblos del Islam, con las mujeres y los pobres de la tierra, con los jóvenes y con las religiones (el diálogo de las civilizaciones sugerido por el presidente español Jose Luis Rodríguez Zapatero también lo ha señalado Obama) y sus llamadas a la igualdad, la educación, los derechos humanos, el diálogo y la paz, han sido las bases de un discurso que para sí quisieran muchos gobernantes civiles y muchos gobernantes religiosos en el mundo de hoy.

 

 

 

 

 

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