¿Qué hicimos?

Este año nos ha mostrado a la tiranía comunista en todo su esplendor

Ante las vergonzantes peroratas del impresentable mandamás, no sólo debemos espantarnos y avergonzarnos de ellas, tenemos como primera acción para poner punto final a esta tragedia, preguntarnos cómo desde que este insultador mostró su resentido rostro aquel 4 de febrero de 1992, muchos fueron los que llamándose y ejerciendo de "Demócratas" lo aplaudieron y lo protegieron para que llegará al Poder, alegrándose de su irrupción y aprovechando al transgresor para sobre su lomo cabalgar sobre cuotitas de poder y protagonismo. Muchos de esos hoy lloran despojos y acoso, pero para nada se cuestionan la amoral conducta de ser cómplices de un tropero golpista al que condujeron hasta Miraflores.

17 años han transcurrido, y durante ese tiempo hemos visto desparpajo y cinismo en los que siempre dan razones a la sinrazón. Recuerdo tanto el año 1995 y como convidé a muchos a que vinieran a mi casa para que conocieran del discurso pronunciado por Chávez aquel diciembre del 94 en la Universidad de La Habana, y como me calé que me dijeran que yo sólo veía fantasmas nacidos de mi anticomunismo. Los fantasmas no eran tales, y casi dos décadas de vergüenza y caos nos demuestran la catástrofe que significa la permisividad amoral para con una montonera dispuesta a todo con tal de imponerse para siempre.

Dos décadas en las cuales la barbarie suplantó el pensamiento instruido, los resentidos y delincuentes se arrimaron al militarote y han sacado gruesas tajadas de la rebatiña de un país, y ya buchones, no paran de comprar conciencias de aquellos que les interesa que Chávez siga, porque sus negocios con la banda son demasiado buenos. Este año nos ha mostrado a la tiranía comunista en todo su esplendor y también la canallada de gente vivaracha, astuta, amoral, gente que aún hoy, cuando ya van quedando pocos recursos para ejercer y defender derechos fundamentales, siguen viendo para otro lado cuando se requiere que actúen como opositores del tenebroso régimen, y sólo se preocupan por hacer más negocios y poner a buen recaudo un dinero que huele a traición y cobardía.

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