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Sexta de Feria del Aniversario

Gran encierro de Alcurrucén y Puerta Grande para Rubén Pinar

Gran encierro de Alcurrucén y Puerta Grande para Rubén Pinar

domingo 07 de junio de 2009, 17:11h
Toros de ALCURRUCÉN: bien presentados y encastados, de juego desigual. ANTONIO FERRERA: división; silencio. MATÍAS TEJELA: silencio; silencio. RUBÉN PINAR: oreja; oreja; salió a hombros. Plaza de Las Ventas, 7 de junio. 6ª y última de la Feria del Aniversario. Lleno. =========================================================================
Un interesantísimo encierro de Alcurrucén, parigual en su trapío y casta y variado de comportamiento, echó el cierre a un mes de toros en Madrid, y sólo fue aprovechado por el albaceteño Rubén Pinar, al menos en cuanto a decisión, ortodoxia y ganas de comerse el mundo, para cortar una oreja de cada uno de sus astados y abrir la soñada Puerta Grande. Mientras que Antonio Ferrera y Matías Tejela pasaban de puntillas.

Bien es verdad que, al igual que aconteció con la salida a hombros de Sebastián Castella, es un triunfo facilón en cuanto a los méritos para descerrojar esa puerta de Madrid, pero el reglamento así lo establece y los pañuelos florearon en mayoría tras las dos faenas de Pinar, como sucedió con las del francés.

Porque el novel chaval anduvo con desparpajo, temple y ligazón ante los de su lote, cuya casta pedía firmeza y mando, a los que añadió clasicismo, y el de Albacete se los ofreció en grandes dosis. Además de despenarlos con dos extraordinarias estocadas jugándose el todo por el todo. Eso, con tanta oscura y miedosa mediocridad como hemos sufrido en las ferias, es un mérito a su favor.

Porque el tercero le exigió tragar y pisar terrenos muy comprometidos para extraerle redondos y naturales. Y el último, aún más desbordante de casta, le exigía mayores dosis de lo mismo para conducir sus embestidas, lo que nuevamente les ofreció el manchego en una labor similar y en la que los pases de pecho eran arrebatados monumentos escultóricos. No fueron faenas perfectas, evidentemente, pero Pinar, que estuvo ventajista y pueblerino en su anterior tarde, supo rectificar y dar la cara.

Al revés que un conformista Tejela, que casi devuelve la oreja de su última actuación y se limitó a algunos pases sueltos ante su primero y naufragó ante la codicia del quinto, al que con un punto más de riesgo le habría cuajado, pero el de Alcalá de Henares no se la jugó.

Distinto a Ferrera, vulgar con las banderillas, que sí le echó valor y capacidad lidiadora al encastadísimo primero, aunque, eso sí, ayuna total de arte o sentimiento. Frente al cuarto, ni eso, porque se la acabó pronto y todo quedó muy plano. 
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