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Fahrenheit 451

viernes 26 de junio de 2009, 15:05h
Ray Bradbury (Illinois, 1920) es uno de los grandes autores de la ciencia ficción en su sentido más profundo y no solo «de género»; lo cual quiere decir que es uno de los grandes novelistas contemporáneos, porque ha hecho de ese género no un trampolín para configuraciones ingeniosas sino un espacio en el que abordar cuestiones decisivas del hombre: así en Fahrenheit 451 o en Crónicas marcianas, por citar dos de sus títulos más conocidos.
Hijo legítimo de la era orwelliana, Bradbury nos sitúa en una sociedad de la imagen televisiva todopoderosa, donde no solo no se leen libros sino que se los quema cuando se tiene constancia de su existencia. La misión de quemarlos corre a cargo de los bomberos (“guardianes de la felicidad”, se autodenominan), que no se dedican a operaciones de salvamento sino de incendio, que da cuenta de los libros y de las casas que los acogen. (El título indica la temperatura a la que arde el papel.) Montag es uno de estos bomberos, que en el curso de la narración descubre la sabia y perseguida tradición de los libros y acaba convirtiéndose en un perseguido, en un proscrito, que se sumará al numeroso grupo de los hombres que se resisten a olvidar y viven en campamentos ambulantes, donde se aprenden de memoria a los grandes clásicos. Se “convierten” en ellos.

La novela es un tremendo alegato contra la sociedad tecnificada, la sociedad de la desmemoria, a la que se llega –“se llegó” en el relato- de modo inevitable o casi: «No hubo ningún dictado, ni declaración, ni censura, no-dice un personaje--. La tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías produjo el fenómeno, a Dios gracias. En la actualidad, gracias a todo ello, uno puede ser feliz continuamente, se le permite leer historietas ilustradas o periódicos profesionales». Es el consenso social el que ha laborado a favor de la extinción del libro. Tal es la lección más abrumadora de una novela inquietante, que tiene momentos memorables como el encuentro con los hombres-libros, los memoriosos que asumen -son-la herencia de Platón, Marco Aurelio, Swift, etc. Ellos convierten su vida en el oficio de recordar. «Ahí es-dice un disidente-donde venceremos a la larga ».

Obra en la larga tradición antiutópica de la novela anglosajona, sigue conservando su vigencia - ¿No vamos a una sociedad de analfabetos?-, pese a las gratuitas impertinencias del prologuista de esta edición.

Sección dirigida por Miguel García-Posada

Título:
Fahrenheit 451
Autor: Bradbury,  Ray.
Ficha editorial: Prólogo de Javier Tomeo. Traducción: Alfredo Crespo
Biblioteca de El Mundo, Madrid 2002
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