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Cortar para sanar

Cortar para sanar

viernes 30 de marzo de 2007, 19:17h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.

Bueno, en vísperas de la Semana Santa, cuando hoy se celebra, precisamente, el Viernes de Dolores, fiesta patronímica de todas cuantas Lolas y Lolitas circulan sobre la faz de la Tierra, es cuando se impone la reflexión más profunda sobre algunas de las noticias más trascendentales para la buena marcha de España y sus autonomías, de la Unión Europea y sus países miembros y del mundo en general.

Resulta, amadísimos, globalizados, megaletileonorizados y findesemaneados niños y niñas que me leéis, que la Organización Mundial de la Salud, a través de ONUSIDA (en inglés, las siglas son UNAIDS) han recomendado, por primera vez, la circuncisión masculina como una vía adicional para luchar contra el VIH en el caso de los hombres heterosexuales. Esta cirugía podría evitar 5,7 millones de nuevos casos y tres millones de muertes en 20 años en el África subsahariana. El organismo recuerda, no obstante, que se trata de una medida complementaria y en ningún caso supone una protección total frente al virus del sida. Y en eso que, al menos según la o-eme-ese, o sea, la OMS, hay en el mundo algo así como 665 millones de hombres circuncidados, que viene a ser como el 30% del censo mundial de varones (se supone que todos heterosexuales, claro).

¿Y en qué consiste la circuncisión?, os preguntaréis muchos de los que asociáis esta práctica, en principio tan higiénica, a sistemas religiosos como el judaísmo y el islamismo, aparte de ritos tribales de Papua y Nueva Guinea, amén de los bosquimanos del selvático Congo y los pigmeos del Kalahari y del desierto de Namibia. Bueno, la cosa se trata , según me comentan los doctores Mateu Borràs y Antonio Mendaña, expertos andrólogos, de liberar la parte superior del pene de ese capuchón de piel (lo que un grosero y bastorro hasta decir basta como Tomasín, diría, descapullar) que recubre el glande. Como sin duda sabréis todos vosotros (y, lamentablemente, muchas de vosotras) es necesaria una higiene extrema en tan recóndita parte de la anatomía masculina localizada a una cuarta al Sur del ombligo. Vamos, que lo lavarse frecuentemente los bajos no es, precisamente, una costumbre femenina.

La circuncisión puede hacerse, en sabiéndolo, con una intervención de cirugía menor, mediante una secuencia muy sencilla: estiramiento del capuchón, corte con el oportuno instrumento (incluso sirve una navajita suiza convenientemente esterilizada), soportar el aullido del paciente dolorido y, por último, colocar el oportuno apósito. Cinco días después, el paciente no se acuerda de que tuvo una piel que le recubría el glande.

Pero la cosa, pequeñines/as míos/as, en España tiene su aquel como quien dice. Ya es sabido (no hay más que prestar atención a las cartas pastorales de nuestro episcopado) que el hedonismo y la promiscuidad sexuales (homo y hetero) campan a sus anchas por nuestra geografía. Incluso sé de muy buena tinta que la venta de preservativos de látex crece en progresión geométrica... Por eso, dada la gran preocupación social por la salud, se acerca una nueva crisis sanitaria (no basta ya con los habituales colapsos de los servicios de urgencia por la gripe), porque las colas de varones pueden ser kilométricas a la espera de que les den el tijeretazo correspondiente y les dejen los bajos escocidos, aunque perfectamente higienizados para el follifornicio. 

¿Tendrá algo de ello previsto Elena Salgado, la infatigable ministra de Sanidad?, porque no sólo son las listas de espera las que colapsan la Sanidad pública. Además de, por descontado, de contar con un número suficiente de especialistas en el recorte de prepucios. Personalmente opino que, si se produce la avalancha de circuncidandos o circuncidables, lo más conveniente es recurrir a la contratación temporal de personal externo, algo así como rabinos, imames,  e, incluso, pescaderos, polleros, tocineros y carniceros, con el correspondiente carnet de manipulador de alimentos en regla, dada sus probadas habilidades en el uso de cuchillas y otros instrumentos cortantes.  Sería la adecuada respuesta a esta nueva exigencia social de circuncisiones preventivas. Porque de eso se trata, ¿no?. 

 

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