Esta mañana sorprendió en Uruguay el discurso que brindó Néstor Kirchner en la Casa Rosada. El mandatario argentino calificó a Vázquez de "intransigente" en medio de una arenga a favor del camino seguido por su gobierno contra la instalación de las plantas de celulosa en la costa uruguaya del Río Uruguay.
Si bien Kirchner pidió "por favor" a la Asamblea de Gualeguaychú que levante el corte de ruta de uno de los corredores internacionales con Uruguay, el mandatario reiteró que no levantará "una mano contra un argentino". Así descartó la represión de esa manifestación condenada por la administración de Tabaré Vázquez y por un fallo de un Tribunal Arbitral del Mercosur.
"Fuimos y le rogamos al intransigente presidente uruguayo que por favor discutamos de qué forma podíamos correr desde allí a Botnia para que no contamine visualmente, y no nos genere la duda de una futura contaminación. Botnia dijo que no y evidentemente fue que no. Sin embargo, la respuesta de ENCE fue absolutamente diferente. Buscamos todos los caminos posibles de que se respete el tratado del Río Uruguay y se violó totalmente. Ahora se está sacando el doble de agua desde allí. Sin embargo, acá en Argentina vuelven a callar", dijo Kirchner.
Además de cuestionar la actitud que él ve en Vázquez, el presidente argentino estaba respondiendo a las críticas que le llegan desde la oposición política de su país y desde algunos analistas políticos. El diario La Nación había publicado este miércoles una columna del periodista Joaquín Morales Solá en la que se cuestionaba la estrategia seguida por Argentina en este conflicto por la instalación de la finlandesa Botnia en Uruguay.
"Kirchner no acertó ninguna estrategia", era el título de la columna. "La Argentina ya ha perdido de manera aplastante en el tribunal de La Haya y en el Banco Mundial; también recibió una advertencia del tribunal arbitral del Mercosur. En La Haya y en Washington, donde está la sede del Banco Mundial, sólo el voto de la Argentina encontró razonable la posición de la Argentina. El resto del mundo, incluidos los países europeos y los Estados Unidos, votó contra la posición del gobierno nacional. ¿Acaso todo el mundo está equivocado y sólo a la Argentina la ha sorprendido la razón?", se preguntaba el periodista. Antes también cuestionó sobre qué funcionario le habría aconsejado a Kirchner firmar una carta cuestionadora del emprendimiento de Botnia para dirigirla al Banco Mundial y solicitar que no se concediera el préstamo y la garantía solicitados por la compañía europea. "Sea quien fuere -y ciertamente no se sabe quién fue-, debería estar hoy fuera del Gobierno. No se puede someter a un presidente a semejante desaire, como tampoco se puede seguir colocando al país en el centro de estrategias perdidosas", contestaba el propio Morales Solá.
"No importa que ciertos medios hagan lo que hacen. La historia se escribe en el largo pasar de la historia y les pido a los argentinos que tengamos convicciones. Este presidente va a seguir, por más fuertes que sean los intereses de Botnia, por más fuerte que sean los intereses que estén atrás de esta situación. Le digo con todo respeto a Joaquín Morales Solá, a quien respeto, que el que me tengo que ir soy yo. Porque a mí no me escriben las cosas. Yo no especulé. El que le escribió la carta al Banco Mundial fui yo. Porque tenía que asumir la representatividad de los argentinos; no solamente de quienes viven en Gualeguaychú", sostuvo Kirchner en la Casa Rosada.
Uruguay no responderá
Desde el gobierno uruguayo no se salió a responder. Sólo se dijo que el país persistirá en la estrategia de apertura al diálogo -interrumpido para Uruguay mientras se corten las rutas- y la firme serenidad en el reclamo. Así lo expresó el canciller Gargano que comenzó por descartar un "llamado a consultas" del embajador uruguayo en Buenos Aires. En lenguaje diplomático ese sería el paso previo a un ruptura de relaciones.
Confianza, prudencia y paciencia parecen las palabras por las que opta el gobierno uruguayo. Se recuerda sí que el país tuvo fallos favorables en todos los organismos internacionales a los que se recurrió: la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el Tribunal Arbitral del Mercosur y, ahora, el Banco Mundial. La idea es "jugar el partido en la cancha grande, internacionalizando el difrendo". Una vez más se apela a la facilitación del diálogo emprendida por el rey Juan Carlos de Borbón.
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