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Aquel sábado santo rojo…

Aquel sábado santo rojo…

domingo 01 de abril de 2007, 11:38h
‘Sábado santo rojo´ era el título de un libro de gran éxito, publicado en su momento por mi amigo Joaquín Bardavío, y que vendió muchos miles de ejemplares. Contaba intimidades desconocidas acerca de la legalización, que entonces acababa de roducirse, del Partido Comunista, un golpe de mano de Adolfo Suárez, que le echó no poco valor al asunto. Contra la legalización del PCE estaba no solamente una fracción del partido creado por Suárez, la UCD, que sería la fracción que más tarde fortalecería, con la escisión, la Alianza Popular de Fraga, luego Partido Popular; estaba también en contra una parte de la sociedad y no digamos ya la totalidad de los mandos militares, excepción hecha del inteligente teniente general Manuel Gutiérrez Mellado. De esto se cumplirán treinta años el próximo sábado santo.

Hoy, Santiago Carrillo, secretario general del PCE en aquellos momentos, un mítico de la clandestinidad que entró ilegalmente en España escondido bajo una peluca que se haría célebre, atiende a los periodistas con su lucidez implacable y pregona la necesidad de legalizar a Batasuna para pacificar el actual estado de cosas. Dice que algunas de estas cosas le recuerdan a lo que ocurría en los años treinta, pero está mucho menos inquieto que en aquella época convulsa y prebélica, cuando llegó a comandar las Juventudes Socialistas: las circunstancias ahora son muy diferentes, aunque la fractura social empiece a ser, considera, parecida. Y no, claro que ahora no sería posible el estallido de una confrontación fratricida como en 1936, más de setenta años ya, pero el clima de rencor no es del todo distante.

Claro que Carrillo lo ve desde su particular óptica, pero jamás desdeñe usted del todo la opinión de alguien que lleva casi un siglo viendo pasar la Historia y hasta cierto punto fabricándola, aunque no esté usted de acuerdo con esta opinión Y claro que Carrillo, por mucho que ahora haya atemperado su visión antimonárquica de antaño y sus opiniones de comunista ortodoxo de la posguerra mundial, sigue echando la culpa de todo a la derecha, sin ver fallos que se cometen desde el otro lado.

Pero tiene bastante razón, este Carrillo con quien el otro día charlé largamente en una entrevista de rememoranzas, al equiparar la situación de ahora con la de hace treinta años, cuando Suárez legalizó a los comunistas, que tenían cuernos y rabo para muchos españoles que habían conocido el horror vivido entre 1936 y 1939 desde el bando llamado nacional, o sea, el ganador.  Ya he escrito en alguna ocasión que percibo no pocos paralelismos entre aquel Suárez de1977 y este Zapatero de 2007. Lo que no sé es si se atreverá a legalizar por alguna puerta, delantera o trasera, a esta Batasuna que no es precisamente aquel PCE ‘eurocomunista’ de finales de los setenta. Es la gran cuestión de nuestros días, como la legalización del PCE fue la gran cuestión de las jornadas previas a la Semana Santa de 1977. A partir de ahí, la andadura de Adolfo Suárez iba a ser irregular, triunfal inicialmente hasta 1979, luego criticada fuertemente en los medios y desembocaría en su aún no del todo explicada dimisión en aquellas horas terribles de comienzos de febrero de 1981, poco antes de que un grupo de locos intentase un golpe involucionista.

Qué duda cabe de que entre los temas de meditación del actual presidente el Gobierno en sus breves vacaciones en Doñana tiene que hallarse la solución a dar al laberinto vasco.  Por supuesto, aquí no cabe ahora hablar de riesgo de involución o de marcha atrás, pero sí de riesgo de que la pesadilla que inició la banda del terror a finales de los años sesenta, y que estaba en todo su apogeo en la etapa suarista, continúe en vez de finalizar de una vez, agotada, ensangrentada, asquerosa, definitivamente carente de sentido. Zapatero cree que tiene en sus manos esa posible pacificación, como Suárez creyó, ante aquel sábado santo rojo, que podría toma las riendas de la reconciliación nacional, el fin, al fin, de las dos españas. No fue del todo así, pero, al menos, dio un gran paso hacia este objetivo. Ahora…ahora ¿qué? Pues eso: que yho creo que nos hallamos necesariamente ante una de esas oportunidades en las que un estadista demuestra que lo es. ¿Lo es?
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