www.diariocritico.com
Las escuadras de Ibarretxe

Las escuadras de Ibarretxe

domingo 01 de abril de 2007, 17:47h
Bajo parámetros de sentido común, decencia y coherencia, la vida pública española se ha puesto imposible. La alineación partidaria de algunos grupos de comunicación es el penúltimo peldaño de un absurdo “descensus Averni” desde lo que empezó en 1978 como una gran ilusión colectiva, empezó a deteriorarse desde 2000 por el “subidón” de la mayoría absoluta –¡qué cierto aquello de “morir de éxito”!– y entró a partir de 2004 en el triste proceso de crispación y deterioro de la calidad democrática que nos ha devuelto, por el túnel del tiempo, a la España partida en dos de tan tristes y dolorosos recuerdos.

Los ciudadanos tampoco nos merecemos una Justicia politizada, con el terrible subyacente de que se extienda la sospecha de que la ideología política pueda influir en las decisiones judiciales. Me consta que eso no es cierto, porque tuve ocasión de conocer de cerca la calidad y pulcritud excepcionales de nuestra Magistratura, pero es lo que desde el Gobierno se deja caer, con la peor malevolencia, cada vez que los jueces, por honestidad e independencia, intentan poner coto o algún prudente límite a las trapacerías del poder.

El espectáculo casi nazi que está dando el entorno de Ibarretxe, decidido a que los jueces asuman la disciplina política, avergüenza a cualquier conciencia civilizada. Ahora ya sabemos que las escuadras de Ibarretxe argumentan con patadas a los testículos. ¿Cuánto tardarán en sacar los palos y las botellas de gasolina de los “camisas pardas”? Éste no es el PNV de unos años atrás y seguramente no es el PNV de Imaz, pero el joven presidente del EBB debe aclararlo. ¿Cuánto tardaría Ibarretxe, al día siguiente de que tuviera éxito su ensoñación soberanista, en poner cualquier signo por el estilo de las estrellas amarillas a los odiados “maquetos” y a los traidores vascos que no odian a los “maquetos”? ¡A qué espanto se ha degradado la vida diaria en la maravillosa Euskadi para los españoles que no quieren dejar de serlo!

Pero lo más lamentable es que nada de esto era necesario, porque la Constitución de 1978 abría el espacio para el desarrollo armónico de un modelo de Estado plurinacional y plurirregional, capaz de hacer compatibles, mediante techos competenciales máximos, todas las identidades históricas y todas las diversidades culturales dentro de la unidad del Estado. Catalunya cabe, en su plenitud política y cultural, dentro del Estado. Euskadi cabe, en su plenitud política y cultural, dentro del Estado. Como caben Galicia, Canarias o cualquier otra Comunidad en nuestra España plural. Esa España plural, descentralizada, convergencia de diferencias y no de uniformidades, podría convertirse en una vanguardia de soluciones eficientes para problemas que no son sólo de nuestro país, sino de toda Europa, de nuestro viejo y especialmente complejo continente.

Por qué Rodríguez Zapatero prefiere entenderse con los terroristas del hacha y la serpiente, minoritarios en la propia Euskadi, y con el puro y duro republicanismo separatista, tan minoritario en Catalunya, es un tema para la investigación médica y no para el análisis político. Los sensatos dirigentes de CiU ya han descubierto la verdad de lo que sucede. Creo que también los más sensatos del PNV, pero no así Ibarretxe, un personaje aún más peligroso que patético, sólo explicable en un escenario trágico, del tipo de los Balcanes.

Si se quiere una conclusión, lo que era verdad en 1978, cuando el gran consenso constituyente –del interior con el exilio y con todas las ideologías y entre todos los territorios– sigue siendo la verdad en 2007, con la experiencia de casi tres décadas continuadas de libertades y progreso económico y social. La España que nos merecemos los ciudadanos es una España plural, que asuma todas nuestras diversidades y pueda ser administrada, sin pérdida de cohesión, con las variadas sensibilidades políticas y culturales decantadas por una trayectoria histórica compleja. Esa España plural tiene su unidad en los ciudadanos. Ningún ciudadano ha de ser más o menos por el territorio en el que haya nacido, ni ha de tener mayores o menores oportunidades, ni más o menos derechos, ni más o menos libertades.

Pero la tremenda y desoladora verdad de los hechos es que, en la Euskadi de Ibarretxe, Otegui y ETA, los ciudadanos no nacionalistas tienen menos derechos, no tienen libertad y se les trata a pistoletazos o, con un poco de suerte, sólo a patadas en los testículos. Bueno, de momento sólo son patadas, aunque también así empezaron las partidas de Karadjic y Mladic, que pronto se animaron a otros lenguajes más sangrientos. Por eso los nacionalistas moderados tienen la obligación moral de decirnos si comparten o no el proyecto de Ibarretxe, Otegui y ETA, es decir, el proyecto de una Euskadi soberana e independiente, un nuevo y pequeño Estado segregado del español y con voluntad anexionista sobre Navarra e incluso, quizá, si Sarkozy perdiese las elecciones, sobre el territorio vasco francés. El huevo de la serpiente, un reducto desestabilizador de los equilibrios de la Unión Europea.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios