El clima político catalán

Resulta evidente que el reciente pleno del parlamento catalán, en el que se presentaron y discutieron dos propuestas de autodeterminación o independencia para Cataluña, ha dejado tras de sí un pésimo sabor de boca para casi todos. Para los más, porque nunca se había ido tan lejos. Una cosa es que se esté produciendo un verdadero pánico ante la eventualidad de que el Tribunal Constitucional recorte de manera sustancial el texto del estatuto catalán, que tanto esfuerzo de conciliación reclamó a los partidos vascos, incluidos alguno que en su tramo final se opusieron. Cabe recordar que sólo el final imprevisto marcado por el acuerdo de gobierno y convergentes dejó en la cuneta a ERC, en compañía, aunque por muy distintas razones, del PP, que había combatido con extraordinaria dureza el texto, y que lo continuó asaeteando a continuación, con sus recursos ante el Tribunal Constitucional.

El PP siguen confiando en que el equilibrio de magistrados del TC termine inclinándose a su favor y se admitan algunos de sus argumentos contra el texto. Y por su parte, CiU, ERC y PSC tienen miedo a que así suceda, y los más altos intérpretes de la Constitución terminen dando la razón a las insistentes advertencias, sobre todo, de Rajoy en esta batalla. Precisamente, para presionar al TC, y ante esa sospecha de que los magistrados verán con ojos críticos el texto resultante y aprobado en referéndum por los catalanes, los partidos nacionalistas quisieron destacar, sobre todo, que de rechazarse alguna "zona crítica" del estatut, no tendrían más remedio que recurrir a situaciones alternativas que vayan mucho más allá: derecho de autodeterminación o vía libre a la independencia,. Nada menos... 

En ese sentido iban las propuestas del republicano Vendrell, y para no ser menos, por ahí fue también las respuestas de Artur Mas, a quien los republicanos habían llegado a ofrecer la presidencia del Govern para encabezar esa nueva opción. El debate y las votaciones no permitieron que prosperaran ideas tan generadoras de nuevos problemas y más tensiones, pero la clase política catalana se sigue preguntando por los pasos sucesivos, siempre en el supuesto de que el TC acepte los recursos del PP. Y siguen reclamándose responsabilidades, los unos a los otros dirigentes políticos. Así por ejemplo, a estas alturas no dejará de llamar la atención la reclamación que hace Joseph Antoni Durán i Lleida, de quien hace años que se viene asegurando que desea ser miembro del gobierno de España, de cualquier gobierno. Durán aboga ahora por un Govern de coalición entre CiU y el PSC, tras lamentar que Montilla no echara a ERC y desaprovechara ese hipotético pacto con CiU. Es evidente que CiU sigue sin asumir que, después de más de veinte años, "no tocan poder" ni en Cataluña ni en el resto de España... Por su parte, Montilla ordena acelerar los tres grandes pactos para sepultar al crisis. Y en el seno de ERC, Puigcercós avala con su silencio el capón a Vendrell, que parece que actuó bastante por su cuenta y riesgo o acaso aprovechando la distinta sintonía de los dos directivos máximos de ERC, Carod y Puigcercós...

¿Y ahora? A seguir esperando qué determinan sus señorías los magistrados del TC.