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Madridiario muestra lo que no se ve de un intercambiador

En las 'tripas' de Plaza Elíptica

lunes 20 de julio de 2009, 08:45h
A veinte metros bajo la Plaza de Fernández Lareda, la popular Plaza Elíptica del distrito de Carabanchel, se mueven a diario 126.000 personas, 2.000 autobuses procedentes en su mayoría del suroeste de Madrid y Toledo y cientos de convoyes de Metro. A simple vista, es sólo una estación de transportes bajo tierra, pero detrás de lo que ven los usuarios hay una auténtica ciudad en funcionamiento.
Conseguir que ese movimiento sea fluido, coordinado y en unas condiciones de seguridad máximas es todo un reto. Para saber cómo es posible conseguirlo, el Consorcio Regional de Transportes abrió sus puertas a los miembros del Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid. Madridiario les acompañó para ver las 'tripas' de la instalación que permanecen ocultas a los viajeros.

Los anfitriones son Javier Aldecoa y Alberto Mozas, dos de los 'padres' del sistema, que comienzan la visita en el exterior. El de Plaza Elíptica, explican, es uno de los intercambiadores con mayor complejidad técnica. En superficie, el parque Emperatriz María de Austria, los árboles de la glorieta y el eje que forman la A-42 y la Vía Lusitana, donde obligatoriamente debía ir la entrada, eran intocables. Bajo tierra, se podía ocupar parte del subsuelo de la Plaza de Fernández Lareda, pero respetando el paso subterráneo de la Avenida de la Princesa Juana y la conexión con la Línea 11 de Metro, que sólo podía estar en la tercera planta. Para rematar, la actuación incluía una salida directa a la A-42 y otra de emergencia a la Vía Lusitana. La única solución fue hacer un intercambiador triangular.

El aire, más limpio que en la calle
Ya en el interior, y a pesar de ser el más pequeño, este distribuidor impresiona  por la gran caverna que da acceso al primer piso. La distancia al techo es de más de 15 metros, pero los paneles acristalados de la entrada de la estación permiten que la iluminación sea en su mayoría natural: "Se ahorra energía y los pasajeros se orientan mejor".

Pasajeros y autobuses están separados por mamparas acústicas. Fuera de la 'isla' el calor aumenta por la circulación de los autobuses. Aquí, unos ventiladores ocultos a ras de suelo 'empujan' el humo y los contaminantes de los tubos de escape contra la pared para que sean absorbidos, filtrados y expulsados a través de chimeneas disimuladas en el exterior. "Muchas veces, el aire está más limpio dentro que en la calle".

Imposible quedarse sin luz
Atravesando la plataforma de circulación, nos adentramos en las auténticas tripas de la instalación. El primer paso es la sala de transformadores. Aquí, dos sistemas de tensión aislados trabajan en paralelo de manera que si uno se cae el otro puede soportar todo el sistema de gestión. En el caso de que todo falle, se pone en marcha la mole: el grupo electrógeno, un generador de energía autónomo capaz de mantener la actividad. "Igual no tiene que funcionar en la vida, pero se arranca cada 15 días para que esté preparado", recalcan.

En la tercera planta se encuentra la conexión con Metro y la unidad de extracción y ventilación. El suelo está lleno de hollín producto del humo de los contaminantes que absorbe el sistema y que obliga a que los filtros sean cambiados cada 15 o 20 días. La última parada antes de entrar en la 'joya de la corona' es la sala de depósito, donde se encuentran los depósitos de agua sanitaria y, sobre todo, el aljibe y las bombas, preparadas para dar una respuesta en segundos en caso de incendio.

El SGI, una joya
El 'viaje' por el intercambiador concluye en su 'Gran Hermano': la sala de control. Aquí, absolutamente todos los movimientos de los viajeros están controlados mediante docenas de cámaras. Plaza Elíptica, como el resto de distribuidores, funciona gracias al conocido como Sistema de Gestión Integrada de Transportes (SGI), una invención propia del Consorcio de Transportes. Éste permite controlar el tráfico y la seguridad de toda la infraestructura reportando al puesto de mando, que a su vez reporta al SGI situado en la sede del Consorcio, que a su vez integra todos los intercambiadores, la red regional de autobuses, la Empresa Municipal de Transportes, Metro y, en el futuro, el Cercanías. Gracias a él, hoy se puede observar directamente el 20% del total de la demanda en la Comunidad de Madrid.
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