Pacto de meretrices

Al inicio de este Régimen, cuando en el entonces Congreso Nacional una mayoría opositora se pasó al Gobierno y luego también se desarmó por las ofensas del economista Correa al coronel Gutiérrez, que hasta entonces lo apoyaba, el presidente Correa, en otra de sus incontrolables manifestaciones de agresividad e insultos, dijo que, aparte de infiltrados, esos políticos que cambian a cada momento de posición no solamente actúan como bailarinas, sino que lo hacen como "meretrices".

Pocas veces en los últimos años de la política nacional se ha escuchado que un jefe de Estado utilice términos tan grotescos para descalificar a sus opositores. Sobre todo, cuando el cambio de posiciones y de discursos ha demostrado estar en ambos lados de la polarización política, es decir, tanto en ciertos movimientos, partidos, dirigentes políticos o sus bloques parlamentarios… cuanto en las negociaciones del Gobierno.

Una vez conocidos los resultados electorales para la próxima Asamblea Nacional, y al no haber logrado el Gobierno la mayoría requerida para imponer sus leyes con los alzamanos que utilizó en Montecristi y en el congresillo, procedió a conquistar a otros asambleístas de fuera de su seno, habiendo consolidado la alianza que ya tenía con el PRE, el MPD, y el grupo denominado "ADE", algunos de cuyos miembros han hecho saber las reciprocidades, cargos o espacios de poder que han sido expresamente acordados, mientras altos funcionarios de Gobierno niegan condicionamiento alguno, haciendo solo referencia a la desinteresada generosidad democrática de los integrantes del pacto.

A pesar de las duras críticas que se hacen al respecto, es necesario recordar que en democracia son necesarios los diálogos con todos los sectores políticos y sociales, con miras a encontrar puntos de entendimiento responsables y serios. En definitiva, no puede existir democracia donde solamente existen imposición y mando de unos… y sometimiento y obediencia de otros. La democracia debe caracterizarse por la posibilidad de celebrar acuerdos que permitan, con transparencia y buena fe, la consecución del bien común por encima de las discrepancias y las eternas pugnas por conseguir prebendas o espacios de poder que se repiten una y otra vez. Por el bien del país, hay que hacer un nuevo llamado a la reflexión, a la ponderación y a la sensatez de los actores políticos para que, abandonando el lenguaje ofensivo y confrontacional, busquen espacios y condiciones que permitan el diálogo y el entendimiento para fortalecer la democracia, la libertad y la paz, en lugar de encontrar en todas partes posibles infiltrados, o calificar los acuerdos políticos como… pacto de meretrices.

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