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Entre la catástrofe y las campanas al vuelo

Entre la catástrofe y las campanas al vuelo

viernes 24 de julio de 2009, 15:25h

En principio, analizando las cifras de la Encuesta de la Población Activa y comparándolas con las del trimestre anterior, cabe deducir que el paro sube, pero menos, incluso bastante menos, que entonces. Una evidencia que, sin embargo, nos advierten de que queda matizada por la estacionalidad –siempre se crea empleo en la época preveraniega—y por el influjo del dinero inyectado por el Gobierno en los ayuntamientos; el famoso ‘Plan E’, que, a corto plazo, ha tenido sin duda efectos beneficiosos en cuanto a creación de puestos de trabajo, aunque sean coyunturales y amenazan con durar poco.

Quiere ello decir que no pienso situarme entre los críticos al Gobierno por principio, esos a quienes parece que toda buena noticia les molesta o que, simplemente, no aceptan que las buenas noticias lo sean. Pero tampoco me parece que haya que colocarse entre los que, de puro palmero, echan las campanas al vuelo a la menor ocasión. Lo cierto es que la tragedia del desempleo afecta cada mes a nuevas personas, aunque esos afectados sean hoy menos que hace cuatro meses. ¿Basta eso para sacar pecho y mostrar la satisfacción que muestran algunos miembros del Gobierno, comenzando por el titular de Trabajo, Celestino Corbacho?

Claro que no. Sobre todo, cuando los analistas más independientes nos advierten de que las cifras desesperantes pueden reproducirse a la vuelta de las vacaciones veraniegas, cuando el ‘factor turismo’ decaiga y el efecto del ‘Plan E’, una vez construidas tantas rotondas y ampliadas las aceras correspondientes, empiece a difuminarse.

Ya digo que me resisto a situarme entre los pesimistas antropológicos, pero también entre los optimistas del mismo cariz, y ya se sabe, en todo caso, que un pesimista no es sino un optimista bien informado. Y el deber del cronista es decir ‘su’ verdad, suponiendo que ‘la’ verdad nunca es única.

Así, admitiendo que mi información puede, por supuesto, tener importantes lagunas, debo, entonces, tragar saliva y decir que todo señala a que, entre repuntes del paro, falta de diálogo social –demasiado empecinamiento en los lares del presidente de la patronal, me temo-- , incremento de los casos de gripe A, dictámenes sobre el Estatut de Catalunya y hartazgo general, el otoño nos viene bastante caliente. Bastante, bastante caliente.

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