El alcalde 'túnel'

A José Bonaparte le llamaron el “rey plazuelas” por su interés en crear espacios escasos que no llegaban a la categoría de plazas; a José María Álvarez del Manzano, el alcalde “topo”, por la construcción de pasos subterráneos durante su mandato, y Ruíz Gallardón pasará la historia como el alcalde “túnel”. Ya se ha abierto el de Sor Angela de la Cruz, que conectará cuatro distritos, un eje transversal en el norte que facilitará a los vecinos de Tetuán el acceso a la M-30. Estamos asistiendo a la inauguración en las últimas semanas de aperturas sucesivas de pasos subterráneos que configuran la nueva geografía viaria de Madrid, concluyendo tres años de obras importantes que han perturbado la movilidad. Cada vez está más cerca la luz al final de todos los túneles; se acaba lo que parecía que no iba a terminar nunca.  Nunca se han hecho más túneles y de mayor longitud que los realizados en los últimos tres años, y es que circular en superficie por esta complicada ciudad es materialmente imposible y sólo había dos soluciones para hacer posible la circulación: o elevarla, es decir, volver a la política siempre indeseable de construir pasos elevados; o enterrar el tráfico a través de pasos subterráneos, y se optó por la más viable de las soluciones, ésta última.

Durante prácticamente cuatro años, esta ciudad ha sido el coloso en obras. Han coincidido en el tiempo y en el espacio las operaciones de mayor volumen de toda la historia de Madrid, lo que ha supuesto cuatro años de molestias y penalidades para los conductores, y el que se hayan acordado del alcalde en más de una ocasión, y no precisamente para alabarle. Pero con la misma intensidad con que se le ha criticado, empieza a reconocerse ahora la oportunidad y eficacia de esas obras. Todo son elogios para los tramos de la nueva M-30 que ya se han abierto al tráfico. Se valora la modernidad de los nuevos túneles y la comodidad que una vez que se conozcan a fondo, van a representar. También es cierto que los madrileños han vuelto a demostrar una vez más una increíble dosis de paciencia, una capacidad de aguante insuperable, pero, insisto, cada vez está más cerca la luz de la esperanzan de que en esta ciudad circular deje de ser un calvario.