Ya estamos todos de vuelta

Sí, ya hemos vuelto, calados hasta los huesos, escuchando por la radio del coche los discursos del Aberri Eguna contra ETA, dejando atrás procesiones y polémicas de esta semana no tan santa (que si la visita de Moratinos a La Habana, que el si el viaje de la vicepresidenta a China, que si la salida de Zapatero en Huelva, que si…) en la que demasiada gente se ha quedado varada para siempre en las carreteras. Hemos regresado para saber que la banda del terror vuelve a lanzar mensajes por donde solía, sin nada esperanzador que aportar, pero con ganas, por lo que se ve, de protagonizar la vida política, al margen de las urnas, eso sí. Y lo peor es que lo están logrando.

Regresamos para retomar el juicio contra los presuntos culpables del 11-My la controversia, que sigue siendo agria, que conlleva. Aquí estamos otra vez, cansados como si nunca nos hubiéramos ido, plantados ante la convicción de que se acelera de hecho aunque no oficialmente, desde hoy mismo,  una campaña electoral, para las municipales y autonómicas de mayo, que va a ser especialmente tensa y cruenta.

Porque el clima político es peor aún que el atmosférico que hemos padecido estos días: crispación, desafíos, descalificaciones, sal gorda por todos lados. No había más que escuchar, este domingo, las reacciones ante el comunicado-entrevista de ETA: se ataca a la banda del terror pateando las espinillas del adversario. Cosa que desde el Partido Popular se hace con demasiada frecuencia: se critica a ETA pero criticando, de paso, al Gobierno. Y el Gobierno, por su parte, ya se ve que no quiere hablar del tema: lo único que espera es un comunicado de la banda diciendo que entrega las armas y renuncia a la violencia. Punto en boca.

Es decir, que estamos en el momento del regreso, pero es de temer que haya muy pocas cosas nuevas en el panorama de nuestra un tanto roma, chata, política. No hay elementos originales sobre la mesa, a menos que desde hoy mismo se nos convenza de lo contrario. Por lo escuchado estos días, en los que se ha mirado más hacia atrás, por aquello del ‘sábado santo rojo’, que hacia el futuro, la carencia de propuestas es alarmante: ni el PNV en el Aberri Eguna, ni ETA en su autoentrevista, ni el Gobierno en sus reacciones (especialmente lamentable el esquelético mítin de Zapatero en Huelva el pasado sábado: ni una alusión a las cuestiones que más preocupan a los españoles), ni la oposición en sus reacciones a las reacciones, hacen pensar que tienen algo que decir más allá de lo que ya han repetido, todos, hasta la saciedad.

Y así andamos, un tanto en el impasse. Bienvenidos a casa, de donde parece que nunca habíamos salido, porque aquí, ya ven, nunca pasa nada.