Incompetencia y abusos de la grúa

La semana pasada hubo unas obras por avería en calle de la Virgen del Sagrario, 34. El viernes 20 de agosto ya parecía terminado el arreglo. El domingo por la noche situé el coche veinte metros más arriba del espacio acotado por la  por la obra, dado que ninguna señal indicaba que iba a continuar ahí.

El martes por la mañana, cuando fui a buscarlo, creí que me lo habían robado, puesto que ninguna señal indicaba que la obra fuera a ampliar su espacio, ni había nadie en la obra, ni ninguna pegatina indicaba que se lo hubiera llevado la grúa: todo un récord de incompetencia y abuso, como tuve que comprobar cuando hice mi denuncia ante la policía y resultó que sí se la había llevado la grúa, teniendo que ir a buscarlo a Chamartín, y perder un viaje proyectado para ese día.

La administración de la grúa (los empleados tuvieron un trato correcto), quizá para desanimar posibles denuncias -pero yo llevé un testigo- se niega a dar ningún comprobante de su actuación, al que el ciudadano tiene sin duda derecho, y que no pocas veces necesita para justificar ante terceros tan imprevista y larga pérdida de tiempo. A cualquier afectado por la grúa puede sucederle otra desgracia, aun mayor e irreparable, ya que el peatón que intenta llegar a rescatar su vehículo por la vía más natural, por la calle de la Hiedra hasta llegar al 26, debe recorrer un largo trecho por una estrecha carretera en curva cerrada, sin acera ni arcén, donde han situado su almacén sin cuidar la seguridad de su acceso.

Aparte de tantos y tan clamorosos fallos, me parece también inaceptable que en esos casos, antes de retirar un vehículo con la grúa, no se intente avisar al dueño del vehículo, llamando al teléfono de su domicilio, -o incluso al telefonillo de su casa, a muchas veces a pocos metros del coche, como en mi caso-, datos localizables por la matrícula, sin gastar tanto dinero de nuestros impuestos y causarle perjuicios y sobresaltos.