El roce hace la gripe

A la inteligente pregunta que se hace este periódico acerca de si los madrileños estaremos preparados para tomar medidas con respecto a la Gripe A, la respuesta es NO. Puede que sea una respuesta muy simple para una pregunta más compleja pero no se me ocurre otro camino más corto. Ya pueden hacer ruedas de prensa conjuntas Güemes y Trinidad Jiménez, tan bellos los dos para la foto, pero hay costumbres que tardan siglos en ser cambiadas. El madrileño, por lo general, es bastante “tocón”.

Para adoctrinar como Dios manda los dos líderes sanitarios de Madrid, (la ministra y el consejero), deberían ir juntos en una campaña puerta por puerta explicando las nuevas normas. Dígale usted a una abuela que renuncie a besar a su nieto, o a dos amigos que no se abracen cuando marca su equipo. ¿Qué quieren… que en los tanatorios demos el pésame por SMS?, pues no señor, aquí somos individuos de contacto primario y a mucha honra. Dicen que se impone el saludo japonés pero de japoneses no tenemos nada más que un reloj y, acaso, una calculadora antigua de las que se traían de Canarias.

Además, seguro que cuando Jiménez y Güemes se vean las caras se darán los dos besos de rigor, por lo tanto ya estamos mal predicando con el ejemplo. Una solución sería que dieran la rueda de prensa con escafandra pero dígale usted a Güemes que no se le va a ver el flequillo en la foto.

Esa pareja de guapos oficiales podría hacer pedagogía por los barrios madrileños y de esa manera concienciar a marujas y “marujos” que son unos descreídos de siete pares de suelas. Verlos en el hogar del jubilado dando una charla recordaría a las historias de Avelino y Pepa en “Escenas de Matrimonio”. Por favor que lo editen en DVD porque se va a vender más que el primer funeral de Michael Jackson, (creo que el mes que viene le hacen otro).

Va a costar la intemerata cambiar algunos comportamientos básicos porque somos así de faltones con la autoridad. Cuánto más prohíban el contacto mayor morbo producirá.

Tirar los besos con la mano abierta, a lo Marilyn Monroe, es una cursilada sin límite. Tosemos luego cabalgamos.