Justamente ahora, en algún lugar de Euskadi, acaba de nacer un futuro asesino de ETA. El ambiente favorable al terrorismo en muchos pueblos de la geografía vasca, desde Elorrio hasta Oiartzun y de Legutiano a Pasaia, propicia la formación de futuros criminales.
Ese niño que matará a alguien dentro de veinte años será educado en la noción de una Euskadi idílica e irredenta, en ikastolas donde la única mención a España será como potencia invasora y genocida, represora de una cultura milenaria y que encierra en sus cárceles a patriotas vascos merecedores de homenajes.
.png)
Crecerá con la imagen de esos héroes en sus pupilas, con sus nombres en calles y plazas, con la exigencia constante de su liberación en Gara, txoznas y demás instrumentos de adoctrinamiento y con emocionados y agradecidos recibimientos al cumplirse su excarcelación.
Eso ha sido así en nuestra ya larga y permisiva democracia. La mayoría de crímenes de ETA no se han cometido durante el franquismo, sino tras la promulgación de la Constitución de 1978: ningún terrorista etarra menor de 34 años conoció a
Franco y su odio asesino no es, pues, contra ningún régimen dictatorial sino contra la más que tolerante democracia española.
Por eso, de no acabar con ese reiterado caldo de cultivo terrorista creado al socaire de la permisividad del Estado, ETA seguirá reponiendo día a día sus mortíferos efectivos y continuarán naciendo futuros asesinos.
Si (
No(
