No se esperaban grandes novedades en la primera comparecencia parlamentaria de
Zapatero tras el verano, convocada por presión de los grupos para analizar la situación económica. Y, efectivamente, no las habido. El presidente del Gobierno ha salido con un discurso ‘recordatorio’ por enésima vez de las medidas puestas en marcha por su Gobierno que, sin embargo, no han conseguido contener el desempleo. Durante 40 minutos, Zapatero no habló ya de ‘brotes verdes’, ni utilizó, claro está, el tono mitinero que usó el fin de semana en Rodiezmo, pero no avanzó novedades sobre las líneas maestras de los Presupuestos Generales del Estado para 2010, no concretó a quién afectará la subida de impuestos por valor de 15.000 millones de euros ni, desde luego, ofreció un pacto de Estado al principal grupo de la oposición para afrontar la gravedad de la crisis económica española.
Ahora bien, Zapatero, que ya parece tener pactado el apoyo de grupos minoritarios a los próximos Presupuestos, desarrolló un discurso menos triunfalista, más próximo a la realidad:
“Hay indicios de que el peor momento ha pasado ya”, dijo sin demasiado entusiasmo, pero añadiendo que
“vivimos en una crisis intensa cuyos efectos aún van a perdurar por los daños hechos al tejido empresarial”. Es decir, que ya no habla de ‘brotes verdes’ de la economía y que incluso reconoce la gravedad de la situación con un millón y medio de más de empleos perdidos en menos de un ano:
“La entidad del daño causado es tal que vamos a tardar un tiempo considerable en digerir sus consecuencias, incluso en escenarios de recuperación mejores de lo esperado”.
Pero los asesores presidenciales, que le animan a una pelea político-ideológica con el principal partido de la oposición, tienen mucho predicamento en Zapatero, según se desprende del contenido de su discurso: ni siquiera ha hecho el gesto este miércoles de ofrecer un pacto de Estado a la oposición para que el PP le pueda decir que ‘no’. Ya no hay disimulos:
“Soy consciente de la dificultad que entrañaría alcanzar un acuerdo global sobre la salida de la crisis. Pero no es tal cosa lo que me propongo”, sino
“propiciar la suma de esfuerzos en torno a las grandes líneas de futuro de la economía española, a sus grandes orientaciones estratégicas, por más que persistan diferencias en el modo de abordarlas”. En definitiva, que sólo quiere pactar con el PP pactos puntuales por la educación y la energía.
SU DISCURSO, ÍNTEGRO (pdf)>>
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Descomunal subida de impuestos
Por lo demás, sólo ha cuantificado la subida global de impuestos con la que penalizará a todos los españoles: el 1,5 % del PIB, o, lo que es lo mismo, 15.000 millones de euros extras en recaudación. Pero no ha explicado sobre quien repercutirán las subidas. Sólo ha añadido sus conocidas coletillas de que la presión fiscal seguirá estando por debajo de la media europea, que el resultado de la subida será inferior a la presión existente en 2004 y que
“supondrá una contribución a la reducción del déficit equivalente a la que vamos a conseguir con los recortes en el gasto público”.
De los PGE que presentará en el Congreso a finales de mes, Zapatero sólo ha avanzado meras líneas básicas: que
“serán los más austeros de los últimos años” y que habrá una reducción del gasto medio de los Ministerios de un 6 % en los gastos corrientes, que representarán, aproximadamente, 8.600 millones de euros menos “
de gasto no estrictamente prioritario”. Pero, claro, ni siquiera explicó en que partidas aplicará esos recortes.
Rajoy ofrece un pacto de Estado si no sube los impuestos
La respuesta del líder de la oposición fue contundente.
Mariano Rajoy cogió el toro por los cuernos, y, pese a oír de labios de Zapatero que no busca un pacto de Estado para luchar contra la crisis, le ofreció
“un gran pacto para reducir el gasto del conjunto de las Administraciones Públicas y, también, para explicárselo al conjunto de los españoles”. Pero con una sola condición: “que no se suban los impuestos”. Las palabras de Rajoy cayeron en oídos sordos y ambos líderes han perdido una nueva ocasión para intentar ponerse de acuerdo.
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En el resto de su intervención, Rajoy estuvo demoledor. El diputado
Álvaro Nadal había bajado previamente hasta su escaño para entregarle un papel: era la cuantificación de lo que significaba una subida de impuestos del 1,5 % del PIB: 15.000 millones de euros. Ahí, Rajoy atacó inmisericorde.
El líder del PP le echó en cara lo mal que va la economía pese al gasto público desplegado, le hizo bajar a la realidad a Zapatero recordándole que desde febrero hasta agosto hay más de medio millón de parados nuevos, le recriminó su
“falso diagnóstico” de la situación y le dijo a la cara que
“no es que usted esté confundido, sino que está intentando confundir a los demás, y a los ciudadanos hay que decirles la verdad”. “¿Cómo va a creer la gente en un Gobierno que da palos de ciego y no dice la verdad?”, le echó en cara.
En fin, en su discurso utilizó Rajoy todo el argumentario del PP ya conocido, incluyendo los adjetivos sobre ausencia de veracidad y de credibilidad, o poniendo el acento en las “medidas desastrosas” del Ejecutivo con la consiguiente
“falta de rigor en el gasto público” que ha generado
“el mayor agujero en las cuentas públicas de nuestra historia”. Para añadir una frase tajante:
“No hay subida de impuestos capaz de tapar el agujero que usted ha creado”.
Hubo una frase de Rajoy que resumiría su intervención y, también, su forma de ver al actual presidente del Gobierno:
“Así están las cosas, con el déficit y el paro creciendo, el consumo disminuyendo, las inversiones despeñándose, decenas de miles de empresas cerrándose y usted instalado en una especie de Arcadia feliz vislumbrando ya un mundo maravilloso. Señoría, esto es lo que le hacer perder credibilidad a usted y a su Gobierno”.
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