Los aficionados a la Fiesta, en contra del Toro de la Vega

La bochornosa, anacrónica y cruel tradición del Toro de la Vega es repudiada por cualquier persona en general con un mínimo poso de sensibilidad, naturalmente, Pero también, y quizás en mayor medida, por los aficionados a la Fiesta, Además, por supuesto de los propios coletudos, ganaderos, empresarios, apoderados y quienes guardan relación profesional con la tauromaquia. ¿Qué tiene que ver la verdad eterna de la Fiesta, un hombre burlando armoniosamente las astas navajeras de un toro que puede herirle o matarlo, qué? Nada con esta forma salvaje de torturar a un animal sin defensa y con máximo regocijo.

Que se encuentra bien lejos de la secular y antiquísima tradición española de correr -de ahí el nombre de corridas- al toro de lidia' -único animal creado por el hombre genéticamente desde el primigenio 'bos taurus'-, de enfrentarse con él primero a pie, después a caballo y finalmente con la exigente reglamentación del espectáculo taurino, al margen de que no se cumpla en muchos otros aspectos. Los espectadores que asistimos a las corridas no vamos a ver la inevitable muerte del toro, de la que ya sabemos -él no- que no se va a escapar, pero que tiene la opción de defenderse e incluso de herir -incluso matar- a los coletudos que uno a uno y a cuerpo limpio, con banderillas o con los engaños que son capote y muleta.

No, no vamos a eso, sino que somos los cobardes agazapados en los tendidos que admiramos el valor de los coletudos y el arte que son capaces de crear y transmitir. Nada que ver con la salvajada medieval de Tordesillas y algunas otras que desgraciadamente aún restan en nuestro país, o sea en la 'piel de toro'. Aunque ahora no es el momento del habitual debate de 'toros sí, toros no', sino de condenar tradiciones como ésta. Es más, estaría muy bien que los profesionales del toreo, empezando por las grandes figuras como José Tomás, Morante, Perera, Castella, El Juli, El Cid, se pronunciaran claramente en contra del Toro de la Vega y similares.

Porque su silencio, como el de los ganaderos de bravo, empresarios, apoderados etc. es cómplice. Como lo es en torno a la posible prohibición de la Fiesta en Cataluña presta a votarse en el Parlament dentro de un par de meses, un asunto para el que ahora no parece el momento, pero que conviene no olvidar y sobre el que debatiremos muy pronto. Pero, mucho más grave, una auténtica estocada baja, nos parece el silencio o la complicidad de las autoridades locales, regionales e incluso nacionales al respecto. Estos políticos que van de figuras -por continuar con el riquísimo lenguaje taurino- y no son más que figuritas o figurones, y sólo están pendientes de no molestar a sus votantes, además de dejarse torear por los que hacen las listas de sus respectivos partidos para continuar en el ruedo del dinero público y olé.

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 *Emilio Martínez es jefe de Cultura y Deportes y crítico taurino de Diariocrítico