Gallardón, la rana y el escorpión

Se atribuye a Esopo una fábula que se ha convertido ya en una permanente alegoría para retratar con exactitud multitud de casos y de situaciones. Es la que habla de un escorpión y de una rana. El primero le pide a la segunda que le ayude a cruzar el río, prometiéndole no hacerle ningún daño. La rana accede, subiéndole a sus espaldas, pero, cuando están a mitad del trayecto, el escorpión pica a la rana y le inocula su ponzoña. Más que dolorida, incrédula, la rana pregunta al escorpión: “¿Cómo has podido hacer algo así?, ahora moriremos los dos”. El escorpión, con el agua ya cubriéndole, se disculpa: “No he tenido elección, es mi naturaleza”.

La fábula tiene su moraleja, como es costumbre: la lección ‘oficial’, que dice que de nada sirve obrar bien con quienes por su naturaleza sólo pueden devolver el mal; o la ‘versión libre’, que asegura que si pones la mano en el fuego por alguien puede que acabes chamuscado.

Ambas enseñanzas son aplicables a Mariano Rajoy. El líder del PP, del que me consta su decencia, tiene un gran defecto: siente demasiado afecto por arácnidos diversos. En el caso de Madrid, léase Alberto Ruiz-Gallardón. En otros sitios, poner otros nombres a discreción.

[Hago un inciso: "Parásito", según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, significa en su primera acepción: "1. adj. Biol. Dicho de un organismo animal o vegetal: Que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo. U. t. c. s.". Fin del inciso].

Rajoy no sabe elegir a sus caballos, y, claro, así pierde las carreras. Tampoco coloca bien el alacrán, y, claro, no puede frenar al potranco. En Madrid no hay enfado con el señor Ruiz, tan querido por los socialistas; es, sencillamente, hastío. Nunca antes un alcalde ha sangrado tanto y tan continuadamente a los madrileños como lo hace el señor Ruiz. Nunca antes esta ciudad ha sido tan inhabitable como lo es con el señor Ruiz. Y lo peor es que Rajoy, un tipo aparentemente honrado, se va a ahogar en un río que podía haber cruzado en solitario. Al tiempo.