Fue precipitada e imprudente la afirmación del comandante general de la FAE que, anteayer, en rueda de prensa sugirió falla humana como causa del siniestro que se produjo cuando la institución celebraba sus 89 años de existencia.
Como es obvio, debe esperarse el trabajo, de acuerdo con los protocolos usuales, de la Junta Investigadora de Accidentes y los informes correspondientes.
El flamante helicóptero Dhruv que se precipitó a tierra en el aeropuerto de Quito es uno de los siete comprados por el Gobierno a la India. La negociación de las naves fue de $45,2 millones.
Existen graves denuncias que deben ser esclarecidas: de acuerdo con documentos reseñados ayer por diario Expreso, por ejemplo, los primeros informes del proceso de recepción de los helicópteros evidenciaron algunos problemas, entre ellos, el haberse encontrado en ellos "componentes mayores (pala de rotación y motores) que tiene fecha de fabricación anterior a 2008"; "que seis de los diez motores fueron fabricados entre diciembre de 2005 y junio de 2007", además que los helicópteros no cuentan con el "Sistema mejorado de alerta de proximidad a tierra", aunque en versión de los representantes de la firma vendedora, este sea una característica que no se estableció en el contrato. Sin embargo, el contrato sí determina "que los Dhruv II... serán nuevos, de fábrica, año 2008, es decir sus componentes no deberán ser anteriores..."
Los pilotos sobrevivieron al accidente. Se recogerán sin duda sus testimonios en la Junta Investigadora. A la luz de esta lamentable experiencia, no solo es necesario el informe documentado para establecer las causas del siniestro, sino examinar todo el proceso de compra y con qué argumentos se desvirtuaron las primeras observaciones y se procedió a la recepción de los helicópteros. Es necesario prevenir el que se puedan producir otros accidentes si se comprueba que hubo problemas en la naves.
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