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Las cuentas de la vergüenza

Las cuentas de la vergüenza

domingo 01 de noviembre de 2009, 18:15h
   Habría que echar bien esta cuenta porque es la del expolio con premeditación y alevosía de los ciudadanos por los políticos, el robo a manos llenas de nuestros impuestos por quienes deberían aplicarlos al bien público. El cálculo por encima que ha echado la prensa es de quedarte helado: espigando en las memorias anuales de la Fiscalía Anticorrupción y de los Tribunales Superiores de Justicia autonómicos, resulta que, entre lo afanado para el partido y lo que se quedan para sí los conseguidores, la corrupción política nos ha sacado del bolsillo a los españoles en los últimos 10 años al menos 4.158 millones de euros. Casi setecientos mil millones de las antiguas pesetas.

   ¡Lo que se podría haber hecho con ese dinero, ¿verdad?, y más con la crisis! Lo que se podría haber hecho si no se lo hubieran llevado crudo nuestros legítimos representantes. Se que van dos generalizaciones y que generalizar es injusto, la primera cuando en el párrafo anterior he atribuido el expolio a 'los políticos' y la segunda esta de que los apandadores son nuestros legítimos representantes. También sé que, además de injusto, generalizar atenta contra el lenguaje políticamente al uso. Pero, ¿saben? Estoy harta de los infinitos miramientos con que los partidos políticos tratan las golfadas de "sus golfos". La presunción de inocencia es condición imprescindible de la democracia, o la hay o no hay democracia. Pero los políticos deben estar -y responder- a la altura de sus privilegios, los políticos son servidores públicos, o así se pregonan, cuando en nombre del bien común se suben a una tribuna a pedir el voto y la confianza de los ciudadanos para gobernar.

   Los partidos políticos nos son particulares que viven a su costa sino instituciones de la democracia, bienes de Estado, por eso ellos viven del erario público y usted no. ¡Si no, de qué! ¿Respeto a su presunción de inocencia? Toda, claro. Pero cuando se la ganen. Respeto, cuando se lo ganen. Por ejemplo, cuando, en vez de pudendas suspensiones de militancia -que es a lo más que llegan cuando ya el hedor que desprenden "sus" corruptos atufa las calles- les corran a gorrazos. Hasta entonces, conmigo al menos que no cuenten para llamarles 'presuntas' a las corrupciones reales que se están cargando la credibilidad de nuestra democracia, ni para anteponer tras cada 'cuerda de presos' que todos los políticos no son iguales. Si los partidos políticos, sus dirigentes y sus militantes quieren que no se les meta a todos en el mismo saco, es muy fácil: que sean ellos los primeros en hacer limpieza. Que se lo ganen.
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