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El secuestro del Alakrana reabre el debate sobre una actividad cada vez más limitada

La pesca, un sector que busca su futuro en aguas del Índico

La pesca, un sector que busca su futuro en aguas del Índico

martes 17 de noviembre de 2009, 14:36h
El llamado Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, del que es titular Elena Espinosa, en realidad mantiene escasas competencias en materia del tercero de sus términos, el denominado "medio marino",  que agrupa la actividad pesquera. Y todo por una simple razón: las competencias en materia de pesca se reparten entre las comunidades autónomas y la Unión Europea. Pero es, en realidad, esta última, Bruselas, es la que planifica una actividad que empezó a perder, en los años noventa, protagonismo en España. Ahora, el bacalao, y nunca mejor dicho, "se corta" en el seno de la Comisión Europea.
Según datos de la UE, la industria pesquera en la Unión Europea es la tercera del mundo. Suministra unos 6,9 millones de toneladas de pescado al año. La pesca y la industria de transformación de sus productos dan empleo a más de 400.000 personas.

En el periodo 2007-.2013, el Fondo Europeo de Pesca dispone de 3.850 millones de euros, y son los estados miembros quienes deciden su distribución entre las diferentes prioridades. Los fondos suelen destinarse a pesca marítima e interior, las empresas acuícolas y la diversificación económica de las comunidades de pescadores.

En estos momentos,  el número de trabajadores que se dedican a esta actividad está disminuyendo. En la actualidad hay cerca de 190.000 dedicados directamente a la captura, a tiempo completo o parcial. La pesca es una importante fuente de empleo en determinadas regiones como Galicia, País Vasco y Andalucía en España. El Algarve y las Azores en Portugal, el Nordeste de Escocia en el Reino Unido, y en Grecia.

La Unión Europea

El sector pesquero de la Unión Europea se enfrenta a problemas que ya han experimentado la mayoría de las industrias pesqueras del mundo. La sobrepesca reduce las poblaciones y, con ellas, los desembarques y los ingresos. Tal circunstancia constituye la principal amenaza para el futuro de los caladeros y de la propia industria pesquera.

Los primeros en advertir del peligro de extinción de especies fueron los países mediterráneos. Se tuvo que restringir la pesca de bajura, sobre todo en los litorales mediterráneos de España, Italia y Grecia. También en el litoral cántabro donde la pesca de la anchoa se ha visto sensiblemente reducida a pesar de las protestas de las poblaciones litorales del Gran Sol. La solución ha tenido que venir en forma de ayudas. Concretamente, el gobierno cántabro ha tenido que incrementar en un 300% la dotación para el Fondo de Pesca durante el periodo 2007-2011 alcanzando los 40 millones de euros a los que hay que añadir 24 millones más procedentes de los Fondos Europeos.



Marruecos


En Andalucía las cosas no están mejor. Los caladeros marroquíes están prácticamente prohibidos. Los cefalópodos, calamar, y pulpo, principalmente, sólo se capturan a través de barcos de bandera comunitaria pero que han negociado con Marruecos al margen de la Unión  Europea cuyo tratado de pesca apenas beneficia al millar de barcos. No es extraño ver, en la zona de los caladeros saharauis, buques con bandera rusa faenando en aguas en las que tradicionalmente han  trabajado pesqueros españoles. Muchos armadores españoles han optado por tirar por la calle de en medio y  pactar con las autoridades rusas las licencias de pesca que les han otorgado Marruecos.

El caso de Mauritania es algo diferente. Además del acuerdo con la Unión Europea, el gobierno español llegó a un pacto bilateral que permite faenar a  miembros de las cofradías andaluzas y gallegas. Pero el número de licencias es insuficiente. De ahí que las grandes industrias congeladoras, principalmente, hayan optado por la búsqueda de otros caladeros. Argentina, Canadá y el Índico son los principales objetivos. Y más concretamente en esta última zona, el área de las Seychelles,  con grandes viveros de crustáceos, atún y merluza, y  el  llamado Cuerno de África, una zona peligrosa por ser  el paso de los grandes petroleros  procedentes del mar rojo.

Objetivo de los terroristas fundamentalistas,  las costas de Somalia y  Dibouti  permanecen vigiladas militarmente por los llamados "aliados",  las fragatas norteamericanas, inglesas y francesas. Este último país, incluso, posee una de las bases aéreas más importantes y numerosas de la zona. A raíz de declarar a Yemen  "país refugio para los terroristas" por parte de Estados Unidos y sus aliados, la vigilancia militar del Cuerno de África es  minuciosa. No así la civil.




El "Cuerno" de África

Frente a las costas de Somalia existe el mayor caladero de atún del mundo, cuyas capturas, por cierto, disminuirán un 40% en 2010, según el acuerdo alcanzado hace unos días por los países que integran la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Rojo. En principio, la restricción se limitó a la zona del Atlántico, pero después de analizar los informes de los biólogos que se encargan de la vigilancia de las especies marinas, la ICATT recomendó una reducción hasta 22.000 toneladas de las capturas en el Indico, es decir, en la zona donde faenan los atuneros del tipo Alakrana. España, concretamente, tendrá una cuota de atún rojo cercana a las 2.523 toneladas frente a las 4.116 autorizadas para el presente ejercicio.

Los caladeros de pesca de atún situados frente a la costa somalí no tienen la vigilancia militar del acceso marítimo del mar Rojo. Es, por llamarlo de alguna manera, una "zona sin ley". Los gobiernos han avisado del peligro que ronda a los barcos que faenan en esas aguas. Pero para las empresas de la industria pesquera vale la pena arriesgarse porque, en otros lugares, el desarrollo de la actividad es casi imposible. Donde no son los gobiernos los que restringen la actividad, es la propia naturaleza la que se encarga de avisar que allí ya no hay nada que hacer. La franja del Índico que va desde Somalia hasta las islas Seychelles es rica en especies, como el atún, la merluza, los crustáceos y cefalópodos. Son aguas internacionales sujetas a los convenios internacionales como el mencionado ICCAT y la rentabilidad de una campaña es segura. A veces merece la pena hacer frente a los piratas. Al menos eso es lo que piensan los armadores.

Otra cosa es lo que piensan los trabajadores a quienes les cuesta enrolarse en semejantes aventuras a pesar de que su sueldo ronda entre los 200 y los 300 euros diarios.
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