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¿Estamos locos o qué?

La columna de Gema Lendoiro: 'Nosotras, las mujeres'

La columna de Gema Lendoiro: "Nosotras, las mujeres"

miércoles 25 de noviembre de 2009, 11:12h
Cuando una mujer pronuncia la frase: todos los hombres son iguales, sabe perfectamente que está diciendo una tontería. Todos sabemos que las personas se caracterizan por ser únicas e irrepetibles y que no hay dos personas idénticas (ni aunque sean gemelas) Por supuesto es otra solemne tontería que un hombre pronuncie la frase a la inversa y diga que todas somos iguales. Todas estas cosas las sabemos hombres y mujeres pero, sin embargo, las repetimos de manera inconsciente.

Y precisamente las frases que pronunciamos de manera inconsciente y que escuchamos de pequeños y reproducimos de mayores, suelen ser las que hacen que los cambios que pretendemos sean tan difíciles de avanzar. Me explico. Hoy es el día internacional de la violencia de género y es verdad que las leyes con respecto al hombre que levanta la mano contra una mujer han cambiado, y mucho. Pero queda mucho camino por recorrer. Pero muchísimo. Y ese camino, me temo, es el más difícil de hacer. Cambiar una mentalidad es luchar contra cuestiones atávicas que están insertas en nuestro ADN. El machismo es algo que sigue acompañándonos día a día y que lo reproducimos, también nosotras, en cada uno de los momentos de nuestras vidas. Lógicamente no todos los machistas pegan pero sí todos los que pegan son machistas, luego hay que vigilar que, si no se puede erradicar del todo, al menos habrá que tenerlo vigilado de cerca.

Yo desde aquí aportaré mi granito de arena recordando algunas cosas que parecen obvias pero que muchas veces se nos olvidan a todos y a todas.

Los niños y las niñas nacen con idénticos derechos y obligaciones. Y dentro de sus derechos está el que de mayores se dediquen a lo que ellos quieren así que, en aras de favorecer esa libertad, vamos a dejar que jueguen a lo que quieran y si el niño quiere jugar a las muñecas no está peligrando su masculinidad y si la niña quiere jugar a coches tampoco peligra su feminidad ni su futuro rol como madre. Entre otras cosas porque antes de ser madre será mujer.

Seguimos con la infancia, los niños sí lloran. Y es que llorar no es cuestión femenina sino humana. Cuando uno llora expresa su tristeza, rabia o impotencia. Además, llorar limpia el ojo y de paso, el alma.

Los niños y las niñas tienen que aprender a hacer labores del hogar desde que son pequeños, siempre en la medida de sus capacidades. De manera que si hay un hermano y una hermana, ambos tienen la obligación de ayudar en casa. Claro que para que ellos vean que esto es así tienen que ayudar a papá y a mamá, no sólo a mamá.

Las mujeres que llevan a cabo una sexualidad tipo masculina, no son una cualquiera. Simple y llanamente hacen con su cuerpo lo que quieren. Nadie tiene derecho a ejercer un juicio moral sobre ellas y mucho menos a cuestionar sus valores como personas.  

Una empleada en cualquier trabajo que se queda embarazada no es un parásito de la sociedad ni una amenaza, es más, una mujer que afronta la enorme responsabilidad de ser madre, será posiblemente mucho más eficaz y trabajadora que otra que sólo tenga que mantenerse a sí misma.

Un hombre que desprecia a su mujer por su condición femenina y lo hace además, públicamente, con frases: tú cállate que de esto no entiendes, es un ser despreciable que no merece que personas civilizadas le sigan escuchando. Con seres así, lo mejor es abandonar la conversación y, además, hacérselo saber.

Sabemos que hay mujeres malas. Como hay hombres que lo son. Sabemos que hay mujeres que dan pena, que utilizan a los hombres para sacarles el dinero, que no los quieren, que se sirven de su condición de mujer para ejercer la zalamería y obtener beneficios materiales a cambio. Sí, lo sabemos. Pero eso no es óbice para generalizar que una mujer separada es una aprovechada que se queda con todo: la casa, los niños, la pensión de alimentos, la custodia…Quedarse con los niños es una cosa muy seria, muy trabajosa y que requiere tener los pies en la tierra y grandes dosis de paciencia y de saber hacer malabares con el tiempo. La pensión, si es por alimentos, es para los hijos, no para las madres. Y si es compensatoria, es porque así se decidió cuando la pareja estaba enamorada.

Nunca se le debe decir a una niña: a los hombres los tienes que tratar así porque son de esta manera. Nunca. A los niños hay que educarlos para que vean delante de ellos personas, no contrarios a su sexo ni enemigos a combatir. Hay que educarlos en la libertada de saber escoger, no en la de machacar al otro para obtener un gran beneficio. Inculcar a una niña en que busque un hombre con dinero es lo mismo que condenarla a que no sea capaz jamás de ver más allá de sus propias narices. Eso también es machismo y por venir de una mujer, mucho más peligroso.

Y ya por último, si queremos educar a la sociedad para que entienda que pegar a una mujer es intrínsecamente malo, no podemos justificar los azotes a los niños (aunque tengan pañal y no les duela) La frase: un bofetón a tiempo ahorra muchos disgustos, es muy poco educativa. Si un niño recibe golpes (o bofetones, me da igual) cuando su comportamiento no es adecuado, difícilmente en su fuero interno entenderá que pegar a una mujer es algo deleznable.

Es difícil, lo sé, pero no es imposible. Hace cien años no votábamos ni trabajábamos. Y miren ahora. Es sólo cuestión de tiempo. Y de ponerle muchas ganas
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