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Descrédito sindical

Descrédito sindical

lunes 14 de diciembre de 2009, 12:28h
   La manifestación de los sindicatos tienen efectos demoledores ante la opinión publica para los propios sindicatos. Y no hablo de sus denostados empresarios, sino del conjunto de la sociedad española, de las gentes del común e incluyo en ello a no pocos trabajadores. Porque la manifestación, amen de fiasco de cifras a pesar de todas las facilidades de transporte- hubo más hasta en la de los cazadores, por ejemplo según el diario "El País- ha desvelado de manera radical como es y como funciona el sindicalismo en España. Y la foto es perversa para los fotografiados. Más allá incluso de la del "sindicalista" de pro haciéndose lustrar los zapatos por un limpiabotas en Sol con bandera catalana y logo de CC.OO  a la espalda que ha sido demoledora. Por una foto así lincharon a Javier Arenas en Andalucía al grito de "señorito".

   Pero ni siquiera lo peor es esa foto. Porque aunque a algunos nos duela profundamente constatarlo ya que hasta ayer y  en algún caso desde su misma creación, es mi caso y Comisiones, nos hemos sentido aunque cada vez con mayor desazón unidos a lo creíamos significaban, lo cada vez más evidente es su adulteración completa. Hoy los sindicatos han pasado a ser un fin en si mismo, el sindicalismo una profesión "liberada" y blindada y ante todo lo que parecía defenderse no era otra cosa que el propio interés de organización y de quienes, por decenas sino cientos de miles tienen en esa "profesión" una garantía de trabajo estable.  Porque si ya supone una cierta adulteración  de la democracia hacer de la representación política una profesión y una casta, convertir en eso mismo la representación de los  compañeros de trabajo  repele a cualquier razón y a cualquier ética.

   El desprestigio sindical era creciente pero a partir de ahora ha entrado en una sima de difícil salida tras escenificar que no es más que  pura correa de transmisión partidista, cómplice de la política económica de Zapatero y reverso de su propio cartel electoral. La manifestación si que ha puesto algo de manifiesto. Rotunda y muy claramente: que los sindicatos se defienden, ante todo y sobre todo, a sí mismos. Que por lo que clamaban era por su propia condición y estatus. Con un asunto de enorme gravedad que en esta ocasión destapa más que nunca sus vergüenzas: que en absoluto están en la piel de los 4,5 millones de parados. Que ese problema, que acosa más que ningún otro a las clases populares españolas, que angustia a las familias y a toda la sociedad española , no parece ser precisamente el que les quite el sueño a ellos ni a sus aliados, esa presunta izquierda de salón y de poder que estuvo magníficamente representada por el histriónico y sectario Wyoming. Todo un símbolo, como el de la famosa foto.
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