El fracaso de la Conferencia

Por supuesto que habrá opiniones para todos los gustos, colores y alineamientos, pero la realidad es terca y obliga a reconocer, a poco que se quiera ser fiel a los datos concretos, que la denominada Conferencia de Presidentes autonómicos ha concluido en fracaso. La pretensión de Rodríguez Zapatero de “repartir territorialmente” las culpas del fracaso de la política económica no ha sido, como cabía esperar, aceptada por todos. El mismo formato de la conferencia era inadecuado para un pacto de política económica, que por pura lógica, es decir, fuera de esos escenarios de propaganda mediática que tanto gustan al presidente y a sus más cercanos colaboradores, debe hacerse transversalmente, esto es, entre los partidos políticos y los agentes sociales, y no entre el Gobierno del Estado y los Gobiernos de las Comunidades Autónomas, sin que tenga significado concreto alguno la presencia, como convidados de piedra, de patronales y sindicatos.

Las conclusiones de este brillante acto de propaganda y nada son lo mismo. Asistiendo los máximos representantes de la estructura territorial constitucional del Estado, la presencia del Rey era protocolariamente obligada y por ello mismo, sin otra significación que el siempre cuidadoso cumplimiento, por parte de Don Juan Carlos, de sus obligaciones constitucionales y protocolarias, es decir, en modo alguno ese “espaldarazo” a Rodríguez Zapatero que sus bien distribuidos cronistas de cámara se han apresurado a pretender.

Por una vez es preciso reconocer que la oposición ha estado en su sitio, con rigor, contenidos y serios planteamientos, acreditando por cierto una vez más el presidente gallego Núñez Feijóo sus calidades de moderación y buen sentido que le han convertido en la figura en alza dentro del PP. Pero también hay que subrayar que ha estado excelente, en actitud y pronunciamientos, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, inevitable y reiterado foco de las descalificaciones de Rodríguez Zapatero y de su “aparatchik”  mediático.

Nada de nada, ni un ápice de diferencia entre la situación antes y después de esta conferencia de presidentes autonómicos, y no ciertamente por culpa de sus protagonistas, sino porque así lo ha querido, programado y ejecutado el Gobierno que, a fin de cuentas, no pretendía una verdadera conferencia de objetivos económicos, sino un acto de pura y dura propaganda al servicio del a estas alturas inviable propósito de salvar la imagen de un presidente de Gobierno que lleva años y años sin hacer nada, por lo menos nada concreto, frente a la crisis, y que ha producido en cambio un indeseable y cada vez más agudizado retorno, por el túnel de tiempo, a la división incivil de los ciudadanos, que había sido superada en las décadas de sus predecesores democráticos de derechas y de izquierdas.

Con la honestidad de los hechos y los datos, y fuera de la abrumadora propaganda mediática del Gobierno -al que los hechos y los datos parecen importar muy poco, concentrado como está en el puro y duro mantenimiento del disfrute y ejercicio sectario del poder– hay que concluir que esta conferencia de presidentes autonómicos ha fracasado no porque lo hayan querido los presidentes del PP, sino porque el formato y los contenidos eran visiblemente inadecuados.