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Los políticos y Einstein

domingo 03 de enero de 2010, 10:42h

Que los gobernantes se conviertan en un problema es un sin sentido. Una triste paradoja. Una de las peores calamidades que le pueden ocurrir a un país. Que quienes están obligados y han sido elegidos para procurar su bien común, sean precisamente un obstáculo, sin embargo, todo indica que es lo que nos está pasando.

El último sondeo del CIS es preocupantemente ilustrativo. Como comenta, a raíz de sus resultados, el fino observador e histórico periodista, adalid en el combate antifranquista y por la democracia, Lorenzo Contreras, “este sondeo ha situado a la clase política en un triste lugar privilegiado del desdén colectivo. El tercer puesto en la lista de problemas. O, si se prefiere, la calamidad política nacional número tres”. Difícil describirlo con mejor pluma de oro.

Hay quienes creen desmesurados esos resultados demoscópicos. Pero resulta que son ya una constante que se repite. Lo cual indica, como mínimo, que esta es la percepción que tiene la ciudadanía de quienes un dia eligió en las urnas para gobernar y que la estan defradando escandalosamente. Y como la descalificación es general o con pocos matices, la preocupación por este fenómeno es de escalofrio, porque no deja donde podamos agarrararnos. ¿Fallo de las personas o fallo del mismo sistema?

Ante este panorama, cabe preguntarse si acudiran muchos ciudadanos a depositar su voto en las próximas elecciones, una vez comprobado que se equivocaron en las anteriores, al escoger nombres y partidos, o que es el sistema electoral o lo que sea, lo que no acaba de funcionar al colocar en los puestos de responsabilidad de la vida pública a tanto defraudador de confianza y espectativas. Una incógnita inquietante.

Ya sólo nos cabe esperar que tengan alguna razón quienes creen exagerados y/o fruto del pésimo momento que vivimos, los resultados de aquel sondeo oficial. Y que, a fuerza de oirlo y repetirlo, ese sentimiento tenga bastante de prejuicio generalizado, pues de ser una verdad absoluta ya estaríamos asfixiados.

Es decir, nos cabe presuponer que los encuestados, como cree el obispo Uriarte respecto de quienes critican a la diócesis de San Sebastián, que ahora deja, “no conocen la realidad” y que “albergan prejuicios tenaces sobre ella”. ¿Desconocimiento de la realidad o prejuicios?, sería un alivio. Pero nos recuerda el mismo prelado vasco, al defender a su diócesis y su labor, aquella afirmación de Einstein: “es más dificil desintegrar un prejucio que desintegrar el átomo”.

Pero, a algún clavo ardiente habrá que agarrarse.
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