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Europa: se puede hacer mejor

viernes 15 de enero de 2010, 13:43h
            Cargados de bondad, se puede decir que los principios de la presidencia española de la Unión Europea, son manifiestamente mejorables y que los otros dos miembros de este especialísimo tripartito que va a compartir en el supergobierno de los 27, habrán desterrado cualquier asomo de celos hacia Rodríguez Zapatero que, de no enmendar sus vagos planteamientos iniciales, puede pasar su turno sin pena ni gloria.

            Esto no lo afirmo por lo que han opinado algunos punteros medios de comunicación extranjeros, todos ellos alineados con ideas de economía liberal conservadora, sino por el análisis directo de los planteamientos que ha ido desgranando tanto el propio presidente del gobierno como alguno de sus ministros, entre los que empieza a destacar por su prudencia y discreción la vicepresidenta Salgado, que ya ha acudido a enderezar algún entuerto de sus compañeros de gabinete.

            De lo sabido hasta hoy, no se vislumbra un conjunto de medidas que sirvan por una parte para frenar el deterioro de algunas economías nacionales, como es el caso de España, ni para proyectar con energía la recuperación económica de quienes ya han salido de la recesión, como Francia y Alemania que, por otra parte constituyen el núcleo.económico fundamental de la Unión Europea por su potencia productiva y exportadora. Tampoco se ha avanzado en unas medidas  específicas para defensa y promoción del empleo. No es extraño que el primer palo le haya llegado a Rodríguez Zapatero de Angela Merkel que, aparte de encontrarse con algunas dificultades internas con su partido y sus aliados, sabe y hace valer que es la tercera economía del mundo, y que ningún plan puede salir adelante sin contar con ella. Y aunque “soto voce”, también otras potencias se han mostrado contrarias a un diseño de la presidencia temporal que pretendiera la plena aplicación del Tratado de Lisboa y fijara objetivos a largo plazo sin establecer los inmediatos, por ejemplo, la creación de empleo que ya ha pasado a ser la primera preocupación de los ciudadanos europeos.

            El presidente Rodríguez Zapatero ha podido hacer mejor las cosas, pero ha dejado pasar el evento inicial de su presidencia aferrándose a muchos de sus lugares comunes más queridos en la política nacional, sin reparar o desestimando el hecho de que toda Europa clama por la recuperación económica con medidas de salvaguardia para que no vuelva a darse una crisis financiera, la defensa y creación de empleo, y medidas para que la investigación y la innovación permitan afrontar la competencia de las economías emergentes. Algo de todo esto ha estado en las intervenciones del presidente, pero con un horizonte de diez años y demasiado desvaído. La tragedia de Haití ha puesto una actuación bien concreta para ayudar al desgraciado país caribeño, por desgracia fuera de programa. Aquí ha actuado bien, hay que reconocerlo.

            Al igual que en España, todos los estados europeos tienen problemas semejantes por la actual situación económica, pero también tienen sus problemas específicos: En unos casos es la situación del sector financiero, en otros la deuda pública, en algunos la escasa competitividad, en otra buena parte la crisis del sector agrario. Y aunque todo esto deberá abordarse en los consejos sectoriales y aprobarse, si es posible, en las cumbres a celebrar y en el ya competente Parlamento Europeo, hubiera sido más alentador que previas consultas con los socios europeos se hubieran anunciado objetivos más concretos para estos seis meses de presidencia española. Quizá los fastos del teatro Real los disiparon entre las palmas de nuestro racial flamenco. Acaso el frío ambiente, quién sabe. Pero al margen de opiniones interesadas, se hubiera podido hacer mejor.
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