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Nucleares e inmigración, dos patinazos

Nucleares e inmigración, dos patinazos

domingo 24 de enero de 2010, 13:59h
En los últimos días, el debate político ha estado centrado en dos cuestiones en las que "el pueblo llano" tiene algo que decir, y suele decirlo: la ubicación del almacén de residuos nucleares, de un lado, y el nivel de inmigración en un momento de crisis y escasez de empleos. En ambas materias, los partidos suelen alinearse, o a veces marcar, la dirección de sus votantes. O bien, callarse y escuchar esas voces "de la base". Y así como en el PSOE ha habido bastante coherencia o prudente silencio, en el caso del PP, en ambas materias hemos podido apreciar considerables incongruencias, tanto en el caso de Vic y Torrejón sobre empadronamiento de inmigrantes, como en materia de ubicación del almacén de residuos nucleares. 

   En esta última materia, la secretaria general del PP y presidenta del partido en Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, que ha sido criticada por alguno de sus correligionarios por haber actuado más como secretaria general del PP manchego que como secretaria general del PP, ha marcado finalmente con claridad las líneas rojas que no está dispuesta a que nadie traspase en relación con la apertura de un expediente al alcalde de Yebra (Guadalajara), Juan Pedro Sánchez, por reclamar la instalación del cementerio nuclear en su municipio. De Cospedal aseguró rotunda que "ni Javier Arenas ni nadie, impedirá que se abra un expediente al alcalde de Yebra". De hecho, el Comité Ejecutivo Provincial del PP en Guadalajara ya ha aprobado abrir un expediente informativo, que será enviado al Comité de Derechos y Garantías del partido. Y este órgano será el encargado de instruirlo, como fijan los estatutos. En esa secuencia de hechos, el vicesecretario de Política Autonómica y Local popular, Javier Arenas, no puede interferir, según resaltaron fuentes de la dirección 'popular'.

En cuanto a la otra cuestión del momento, la inmigración y los episodios suscitados en Vic y en Torrejón, sólo una semana ha tardado Mariano Rajoy en cambiar el rumbo de su discurso sobre inmigración. El sábado pasado, en Mallorca, pidió endurecer la ley de inmigración. El viernes, en Barcelona, sentenció que todos los inmigrantes, regulares e irregulares, empadronados o no, deben recibir educación y atención sanitaria "por el mero hecho de ser seres humanos". El líder del PP, según su entorno, se ha visto obligado a suavizar su discurso ante la comprobación de que los discursos extremos de algunos de sus dirigentes, espoleados por el mensaje confuso que lanzó él mismo la semana pasada, amenazaban con devolver al PP al lugar que más teme su líder: el de la soledad parlamentaria y la imagen extremista de la pasada legislatura. Fue eso lo que, según un análisis extendido en el marianismo, les llevó a perder las elecciones de 2008. La imagen del PP en el Congreso, el jueves, de nuevo solo, frente a las acusaciones de xenófobo y oportunista de todos los grupos hizo saltar todas las alarmas. Y a ello colaboró Alicia Sánchez Camacho con su proclamación de que "no cabemos todos en España".

   Según fuentes próximas a Rajoy que cita El País, el presidente del PP no tiene intenciones de abandonar el discurso duro contra la inmigración irregular, por cuanto le dará muchos votos especialmente en barrios de tradición obrera, donde hay más conflictos. Los populares consideran que el PSOE se equivoca si les deja a ellos todo este espacio. Pero el líder del PP también quiere evitar los extremos y la posibilidad de que alcaldes del PP de toda España, espoleados por el ejemplo de Torrejón de Ardoz, se dediquen a promover medidas antiinmigrantes. De hecho, los primeros choques de dirigentes ya se han producido esta semana. Mientras Esperanza Aguirre y José María Aznar defendían la decisión de Torrejón, Alberto Ruiz-Gallardón la calificaba abiertamente de ilegal. Y mientras Alicia Sánchez-Camacho se apuntaba al discurso más duro del "no cabemos todos", Cristóbal Montoro defendía la aportación de los inmigrantes al crecimiento económico. Rajoy ha optado, como casi siempre, por dar una de cal y una de arena tratando de cuidar su imagen de dirigente moderado. Y ha preferido alinearse con el presidente francés: "Nuestro modelo es el de Sarkozy, el del contrato de integración, el de la dureza con la inmigración ilegal y la defensa de la inmigración legal.

   Pero tenemos algunos en el partido que apuestan más por mensajes tipo Berlusconi. Y eso es lo que Rajoy ha tratado de parar", señala un portavoz de Rajoy. Mientras, la propuesta del líder del PP para dar asistencia sanitaria y social a los inmigrantes en situación irregular al margen del padrón, ha hecho que el Gobierno observe la nueva actitud con perplejidad. Un alto cargo del Ministerio de Trabajo e Inmigración considera "descabellada" la iniciativa. Ahora resulta que Rajoy propone que les demos asistencia sanitaria sin saber cuántos son, dice. Para el Ejecutivo, Rajoy pretende convertir a los irregulares en invisibles. "El Estado y las comunidades autónomas deben saber cuántos inmigrantes sin papeles hay y dónde están", insiste la misma fuente. Concluyen los socialistas en que el PP trata de introducir la inmigración en la campaña. Parte de un argumento simplón: que dando duro en este asunto, puede obtener un buen eco en la calle. Pero tiene un problema: cuanto más duro es su discurso, más moviliza al electorado socialista. Y, además, en esta ocasión, a algunas personas de ese partido se les ha ido la mano. Por ejemplo, a Sánchez-Camacho con su "no cabemos todos".
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