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Las plumas del faisán

Las plumas del faisán

lunes 08 de marzo de 2010, 20:14h

   ¿Quién inspiraría al dueño de un bar para ponerle al establecimiento el pomposo nombre de Faisán y no el de perdiz o pichón? Quizá el mismo fondo de megalomanía que le acercó hasta las cloacas de la política. Porque el faisán, por mucho que se empeñen los “snobs” en clarificar de exquisita a su carne, es mucho menos sabroso que una perdiz regordeta. Pero los cocineros aparatosos pueden servir el faisán adornado con su vistoso plumaje en montajes más próximos a la taxidermia que a la gastronomía. Presentación brillante con todas las plumas, las cortas que son muchas y las cortas que son pocas pero espectaculares.

   Servir el faisán en una fuente con solo plumas cortas es un gesto sin otro sentido que quitarle importancia. Sin el arco colorista de las plumas largas el faisán se convierte en un pollo mal alimentado. La instrucción de cierto juez sobre el caso Faisán puede acabar sin las plumas largas que lo relacionen con una errónea política de negociación con ETA y convertirse en una historieta de funcionarios corruptos.

    El método de esconder las plumas largas y presentar solamente las cortas es la impresión que se sugirió diplomáticamente al tirano venezolano Hugo Chávez. De ahí que la conversación “aclaratoria” del ministro Moratinos sobre el “retenido” auto del juez Velasco, descriptivo de unas tuteladas relaciones entre ETA y las FARC, fuese una explicación sobre la independencia entre nuestros poderes ejecutivo y judicial que Chávez, envalentonado, pudo tomar antes como disculpa y como protesta. Que dentro de tales melifluos diálogos hubiese alguna referencia a investigar si algún cargo venezolano de nivel medio pudiera haber actuado por su propia cuenta de forma improcedente era como una invitación a buscar plumas cortas y esconder las plumas largas. Es decir, actuar como abogados de Chávez mejor que como protectores de la justicia. Pero para la tosquedad de Chávez no hay plumas largas ni cortas. La declaración conjunta de ambos gobiernos condenando al terrorismo “en todas sus formas y manifestaciones” es la fórmula del “borrón y cuenta nueva”. Merece el “abrazo internacionalista y revolucionario” de los proetarras. Este faisán parece que se va a servir pelado y adobado con salsa de vergüenza.

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