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El Bierzo

jueves 18 de marzo de 2010, 08:52h
   Nos encontramos en Cacabelos, donde tiene su sede el Consejo Regulador  de los Vinos del Bierzo, y venimos a celebrar el vigésimo aniversario de esa Denominación de Origen, que ha marcado un antes y un después  para unos caldos que han adquirido presencia y prestigio en España y en muchos países de todo el mundo. Todo lo que hoy se hace aquí, en la elaboración de vinos, tiene una larga tradición, pero la Denominación de Origen ha significado una “nueva era”, una “nueva frontera”, una puesta al día, como si aquí se hubiese celebrado el Concilio Vaticano de los vinos. Es cierto que la tierra y los hombres que la trabajan son los mismos, pero se han dado pasos hacia adelante, en la mejor dirección, y hoy los vinos que duermen en las cubas o en los toneles o en las botellas compiten con total dignidad con los de La Rioja, la Ribera del Duero o el Priorato.

    Hemos llegado a Cacabelos como peregrinos jacobeos hacia las catedrales del vino…Y si hay que hablar de uvas, tenemos que referirnos a la mencía, la garnacha tintorera, la Godello, la Doña Blanca, la palomino y la malvasía. Y si se trata de pueblos y ciudades incluidos en esta denominación de origen, me resisto a no citarlos, uno a uno, porque sus nombres contienen sugerencias que son pura hermosura, alusiones a la tierra y a la historia: Arganza, Bembibre, Borrenes, Cabañas Raras, Cacabelos, Camponaraya, Carracedelo, Carucedo, Castropodame, Congosto, Corullón, Cubillos del Sil, Fresnedo, Molinaseca, Noceda, Ponferrada, Priaranza, Puente Domingo Flórez, Sancedo, Vega de Espinareda, Villadecanes, Toral de los Vados y Villafranca del Bierzo. Es el orden alfabético de unos lugares en que se mezclan los pastores y los poetas, los agricultores y los novelistas, los enólogos y los ferroviarios, la sombra de los templarios y la memoria histórica de un fratricidio  cuya lección, a estas alturas, es que, por favor, una guerra civil, nunca más.

   Por lo demás, ¿qué les va a decir de El Bierzo…, qué les puede contar nuevo de su tierra este veterano aprendiz de radiofonista que se siente feliz de sus raíces, orgulloso de su lugar natal, y un sarmiento o una roca o un paisano feliz entre sus queridos paisanos?

    El Bierzo, entre el verdor del suelo y el azul del cielo, también tiene los colores del vino. Los colores y los sabores de una respetuosa elaboración, que tiene su liturgia anclada en la memoria, y que ha convertido las cosechas y las vendimias y las bodegas, en una fuente de riqueza y de prestigio. Y también  -¿por qué no decirlo?-  en una fuente de amistad y de alegría. Amigos, vengan a El Bierzo, el país de los brazos y de los abrazos abiertos… que nunca se arrepentirán.
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