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La batalla de Madrid

jueves 03 de mayo de 2007, 12:31h

Todas las miradas están puestas en el CIS, pero los datos de algunas consultoras privadas anticipan, en efecto, el riesgo de sorpresa en la Comunidad de Madrid. Nadie lo hubiera pensado pocos meses atrás. En su momento, casi todos dimos por cierto que Simancas repetía candidatura sólo porque la improbabilidad de victoria del PSOE desaconsejaba “quemar” un candidato más vistoso. Y que lo confirmaba la negativa, uno tras otro, de los pesos pesados del socialismo madrileño a competir por la emblemática Alcaldía de la capital, hasta el punto de tener que echar mano de un candidato inverosímil, Miguel Sebastián, que alguno interpretó como un descanso para Solbes. Luego se ha visto que no, que Miguel Sebastián seguía más atento a la peculiar oficina económica de La Moncloa que a cualquier otra cosa.

El caso es que el resultado se daba por supuesto. Dos candidatos socialistas de recurso frente a dos “galácticos” del actual PP. La hora de las urnas está muy cerca, los números de los pronósticos empiezan pues a cobrar consistencia, y aunque se mantiene una ventaja apreciable de Ruiz-Gallardón sobre Sebastián, no sucede lo mismo en la Comunidad, donde cierto grado de movilización superior al esperado empieza a estrechar la ventaja que aún mantiene Esperanza Aguirre sobre Rafael Simancas.

En Génova se han disparado todas las señales de alarma, porque aún siendo más emblemático el Ayuntamiento que la Comunidad en el caso de Madrid, es obvio que Ferraz “vendería” con todo lujo de efectos especiales un eventual triunfo de Simancas. No sólo por el cambio de signo, sino porque enfrente, y por ahora al frente de la Comunidad, se encuentra una política que reúne muchas cosas: mujer, eficaz en la gestión, combativa en lo ideológico y cuyos numerosos partidarios, además, la apuntan o empujan a más altos objetivos, que ella siempre niega, pero ya se sabe lo que se atribuye al conde de Romanones, en respuesta a un periodista demasiado apremiante: “¡Jamás!...en ningún caso antes de la semana próxima”.

A fecha de hoy, muy pocos –excepto José Blanco, por imperativo de cargo– creen que Miguel Sebastián tenga opciones reales de responder desde el sillón edilicio de la capital al previsible recorrido judicial de la peculiar oficina económica de La Moncloa. La muy poco probable hipótesis de perder Ayuntamiento y Comunidad sería una catástrofe sin paliativos para el PP, no sólo por tratarse de Madrid, sino por el sacrificio de dos de sus figuras más relevantes y que parecen destinadas a más largo itinerario de futuro.

Así que, de las tres posibilidades, reducidas a dos, el PSOE pone todo el esfuerzo en derrotar a Esperanza Aguirre, aunque para conseguirlo necesita también socavar todo lo posible el voto de Ruiz-Gallardón. Esto último lo hacen sin pena, porque, contra lo que algunos se empeñan en creer o difundir, Ruiz-Gallardón es tan mal visto en Ferraz por lo menos como Esperanza Aguirre. Bueno, pues al final del final me permito un modesto y personal pronóstico, después de haber husmeado a fondo en las entrañas de las modernas ocas, esto es, de las encuestas. Es el siguiente. Van a ser victorias muy, muy ajustadas, en efecto, pero suficientes, tanto de Aguirre en la Comunidad como de Ruiz-Gallardón en el Ayuntamiento. Aunque ha llegado el momento de que ambos corrijan –quedan muy pocos días– visibles errores de campaña. Del lado del PSOE, José Blanco tendrá sin duda otros defectos, pero hacer campañas electorales, sabe ¡vaya si sabe!

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