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Mayo: nubes de verano y disparates

jueves 03 de mayo de 2007, 13:47h
Llevaba varios días contemplando lo que sucedía alrededor de la actualidad política y/o mediática y no encontraba ni el momento ni las palabras para describirlo. Me preocupaba lo que nos dejaba abril en sus últimos días y me sigue ocupando todo lo que nos traído mayo, de siempre el mes de las flores y ahora el de las elecciones municipales y autonómicas. En abril, aguas mil, según el dicho popular,  que de nuevo acertó de pleno. La Princesa Letizia rompió aguas, con ayudas de los médicos, y trajo al mundo una nueva criatura que llevará el mismo nombre que la Reina Sofía. Hasta ese momento,  todo tranquilo y mucha felicidad para los nuevos padres, quienes supongo se vieron sorprendidos por los excesos de los medios de comunicación a la hora de dar cuenta del nacimiento de la nueva Infanta.

Nos metieron hasta en la sopa este acontecimiento sin darse cuenta de que tanto disparate no se corresponde con el siglo que vivimos, tan alejado de las costumbres de los años en los que la Monarquía era absolutista y requería modos y usos plebeyos. Todo este disparate -achacable a los que se comportan de esta manera sin darse cuanta de que a la Corona, quizá,  tampoco le satisface, aunque se deja- nos  abrió el camino de un mes de mayo en el que aparecieron las susodichas tormentas repentinas y breves, con lluvias intensas,  que suelen darse en verano, conocidas como nubes de temporada de estío.

Después de un 1 de mayo,  en el que, además de las manifestaciones obreras, también nos trajo una serie de incidentes desagradables,  que se podían haber evitado,  relacionados con la festividad del 2 de mayo, en la que se recuerdan los actos heroicos previos a la expulsión de los franceses del territorio nacional. Malasaña nos mostró los mejor y peor de unos y otros, de los que arrojan su odio/violencia contra los demás y de los encargados de garantizar el orden público con el máximo respeto a los derechos humanos.

Parece claro que se produjeron excesos y que las policías locales y estatales, en algunos momentos, se comportaron con una brutalidad similar a la de aquellos que escupen botellas y piedras con la misma intensidad con la que se ponen hasta el culo de garimbas, calimochos y otras drogas legales,  durante su particular botellón. Espero que estos incidentes sean una “nube de verano”, tan intensa y breve como las respuestas de los partidos políticos, más interesados en cubrir las espaldas de las administraciones gobernadas por ellos que en sacar conclusiones lógicas de un problema que nos afecta a todos como es la relación de la juventud con el alcohol y demás sustancias tóxicas autorizadas o perseguidas por los mismos que dicen cosas diferentes dependiendo de si están en el gobierno o en la oposición.

Disparates sin sentido son también las preinauguraciones protagonizadas por Rafael Simancas, Miguel Sebastián y la ministra de Fomento en la T-4 y cómo no las respuestas dadas por las inauguradoras Esperanza Aguirre o la consejera de Obras Públicas, quienes han sido incapaces de ponerse de acuerdo con una Administración General del Estado liderada por un José Luis Rodríguez Zapatero empeñado y convencido de en todo el que no piense como ellos es un radical extremista o un fascista. Cuando termino esta columna mis hijas me animan a que me postule para ser el próximo que reciba la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid. Consideran que cumplo con creces los méritos expuestos por Aguirre para conceder tan digno galardón a los Príncipes de Asturias: “Aquí se han casado, aquí han tenido a sus dos  primeras hijas y, aunque trabajan por la libertad y bienestar de todos los españoles, aquí tienen su casa”. “Igual que tú”, aseveran Leire y Azeguiñe.
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