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Algunas maniobras raras

Algunas maniobras raras

martes 06 de abril de 2010, 15:48h

Entre las idas y venidas del servidor del ‘sumario Gürtel’, resuelto de manera informáticamente tan peculiar por el juez Pedreira, se han deslizado algunos rumores, que apuntaban acusadoramente a algunos nombres del Partido Popular. “Preocupación en el PP” por lo que la parte ahora desvelada del sumario pueda decir de Fulanito, titulaban este martes algunos medios. Y es que Fulanito, cuyo nombre no voy a escribir para no incurrir en lo mismo que condeno, gerenció en el pasado una fundación que, al parecer, organizaba actos del partido, lo que, en principio, no parece ningún pecado. Pero no es eso lo malo: lo malo es que Fulanito es uno de los principales apoyos con que cuenta Mariano Rajoy, tiene fama de persona cabal y, hasta donde se me alcanza, es un político honrado que siempre ha cumplido bien con su trabajo (estoy dispuesto a tragarme esta frase si luego se demuestra lo contrario. Pero primero, que se demuestre).

Algunos de los golpes que caen sobre el PP vienen del propio PP. Yo diría, incluso, que más que los ataques de fusilería externa es el ‘fuego amigo’ el que más perjudica al principal partido de la oposición, precisamente ahora, mire usted por dónde, que las encuestas dicen que esta formación estaría en disposición -posible, quizá no probable- de llegar a La Moncloa. Inevitable, a lo que parece, este carácter cainita de un partido a cuyo frente está una persona que yo juzgo seria y capaz, aunque su carisma, como ahora dicen los castizos, valga menos que un amigo en Facebook. Pero no es de carismas de lo que ahora hablamos.

Sí: hay maniobras raras girando en torno a este sucio ‘caso Gürtel’, que nos muestra a un conjunto de desaprensivos utilizando a cargos corruptos de una manera intolerable: ¿cómo es posible, por ejemplo, que el principal implicado en este enredo, Francisco Correa, dejase de pagar al fisco durante diez años?

Lo hediondo del caso no justifica, empero, ese regusto, tan hispano, por la difamación: “¿Fulanito? Bueeeno, si yo te contara de Fulanito”. Y entonces tú preguntas: “¿y qué es lo que tienes que contarme sobre Fulanito? Porque yo le conozco, me parece una persona honesta y me gustaría explicarle lo que se dice de él, para que tome nota”. Ante lo cual el presunto difamador se desinfla: “No, nada, ya sabes; es que la gente habla mucho, pero Fulanito, un tío estupendo”.

Pues eso: que no siempre que el río suena lleva agua. A veces lleva torrentes de saliva envenenada.

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