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'La mujer de negro'

La perfección de dos grandes 'monstruos' de la escena

La perfección de dos grandes 'monstruos' de la escena

jueves 03 de mayo de 2007, 20:44h
Dos geniales interpretaciones del hace años en la cumbre de su profesión Emilio Gutiérrez Caba y del menos conocido Jorge de Juan 'salvan' una pieza teatral un poco antigua: 'La mujer de negro'. No obstante, por ellos y por la puesta en escena merece acudir al Teatro Infanta Isabel de Madrid.
"Dios, qué buen vasallo! ¡si oviese bien señore!"  La épica y medieval frase del Poema del Cid puede remedarse a la perfección para resumir lo que acontece con ‘La mujer de negro’ que se representa con gran éxito de público en el Teatro Infanta Isabel de Madrid. Porque el esfuerzo, calidad, versatilidad y fuerza interpretativa de dos ‘monstruos’ de la escena como Emilio Gutiérrez Caba y Jorge de Juan, geniales ambos, merecerían un argumento y una dramaturgia más intensa que la que ofrece esta obra de Susan Hill adaptada por Stephen Mallatratt.

Ojo, no es que sea mala ni siquiera mediocre, aunque no pase del aprobado, pero tiene un cierto olor a naftalina a ‘deja vu’, a espectáculo dramático de mediados del siglo pasado. Lo que no impide el disfrute de los asistentes y que muchos de ello sigan con atención lo que sucede en el escenario, que es poco en realidad, aunque se apoye en largos párrafos narrativos que explican y ponen en situación a la gente.

En definitiva que, al menos para otros espectadores y para este crítico, se nota en demasía que todo se basa en una novela, que como es lógico está escrita para su lectura y no para su representación.

Antedicho todo esto, es justo y necesario insistir en que el trabajo del director Eduardo Bazo y de todo el equipo de producción, su esfuerzo por ‘traducir’ con iluminación y efectos especiales de apoyo en escena lo que se narra en el relato es extraordinario y ayuda mucho a la representación, aunque no cale por igual a todo el público.

Una enhorabuena que hay que extender, por tanto, al diseño de luces, de Elsa Mateu; a la escenografía de Mónica Florensa, y al sonido de José Saudinos. Pero el estremecimiento de las fibras sensibles, el denominador común que cala hondo en todo el público es el sinigual arte –iba a escribir trabajo, pero esto, aunque lo sea, también es algo más que un trabajo- de Emilio Gutiérrez Caba y del menos conocido pero similar en calidad Jorge de Juan.

Ellos ya representaron esta obra con idéntico acierto hace un lustro y ahora igualan aquellas funciones también magníficas y con las que ganaron varios premios. Como la versión española del texto, realizada por Juan Vi, y la dirección de Eduardo Bazo les obligan a meterse en varios personajes, ambos demuestran su versartilidad.

Mayormente Emilio, porque asume más encarnaciones que su compañero, y muestra cómo hacer creíbles y distintos cada uno de sus personajes. Qué diferencia con otros ¿actores? Sobre todo de series televisivas que siempre se interpretan a sí mismos cuando afrontan otras obras.

Hasta cuando ha de hacer de mal actor, como le exige su papel protagonista al principio de la obra, Emilio lo borda. Como Jorge de Juan, más medido en voz y gestos, como también le exigen el texto, formando una pareja insuperable que absorbe la atención desde el primer al último minuto de esta ‘mujer de negro’.

En definitiva, una sensacional actuación de ambos que habría que grabar en vídeo y ponerla de ejemplo en la Resad y donde fuera menester.
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