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Las presiones de Valcárcel

Las presiones de Valcárcel

jueves 22 de abril de 2010, 20:32h
Ramón Luis Valcárcel, presidente de Murcia, tiene en su mano todos los instrumentos legales para interponer un recurso de inconstitucionalidad a un estatuto de otra región o a las leyes estatales que le resulten perjudiciales. Así lo han hecho otros colegas suyos en multitud de casos, sin ir más lejos con el manoseado Estatuto de Cataluña. Se supone que tiene capacidad de interlocución suficiente en su partido como para influir en lo que pueda decidir defender en el Congreso de los Diputados. Y así lo ha venido haciendo con Mariano Rajoy desde que se convirtió en uno de sus avalistas en el congreso del PP de Valencia.

Desde entonces y gracias a su estable mayoría absoluta en Murcia es un poderoso varón popular. Pero no parece que le resulten suficientes tantos poderes. El necesita hacerse ver, presionar con su sola presencia, hacer exhibición de su influencia y llamar a la rebelión de la huerta murciana para tomar la capital en plan pancartero si hace falta. Ayer abusó hasta el límite de su capacidad de presión plantándose en Madrid, en el mismo Congreso de los Diputados en las horas previas, primero, y durante el debate, después, del Estatuto de Castilla- La Mancha. Con uno solo objetivo: ayudar a liquidarlo. Y con una labor de vigilancia: no tolerar que las propuestas que hiciera su partido en el debate no contaran con su visto bueno. Y parece que se empleó a fondo en los despachos que la oposición ocupa en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo.

Al parecer Rajoy se lo permitió y María Dolores de Cospedal, la líder popular en Castilla-La Mancha, tuvo que aguantarse, aunque vaya a sufrir por ello un coste electoral. Todo un éxito del murciano que lo rentabilizará de seguro en su tierra. Pero no deja de producir vergüenza ajena semejante método caudillista que jamás se había producido en democracia. Por mucho que les haya fastidiado lo que se pudiera acordar, nunca un presidente de una comunidad autónoma se había atrevido a intimidar con su presencia en el Parlamento de España mientras se debatía el estatuto de otra comunidad autónoma.

Este señor tendrá muchos votos pero carece de maneras democráticas. Lo malo es que en su partido ni se atreven a pedirle un mínimo respeto a los debates que libremente realizan los representantes populares. En los plenos del Congreso está prohibido que cualquier invitado que asiste a los debates desde la Tribuna se manifieste silbe, aplauda o se manifieste de forma alguna. La gente que asiste lo tiene bien aprendido y al que no sigue la norma  se le acompaña para que abandone la sesión. A Valcárcel le deberían explicar estas mínimas normas de educación y de respeto hacia los diputados nacionales. Por muy vencedor e influyente que sea. Produce vergüenza ajena.

Por nuestro colaborador Luis Peiro
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