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Indicios de alta participación

Las elecciones británicas pueden significar el fin del bipartidismo

Las elecciones británicas pueden significar el fin del bipartidismo

jueves 06 de mayo de 2010, 21:55h
Los británicos tuvieron este jueves una cita con la historia en unos comicios determinantes para el futuro del país, puesto que, de confirmarse el Parlamento sin mayorías absolutas que apuntan los sondeos, el primero desde 1974, el bipartidismo que desde la II Guerra Mundial ha alternado casi ininterrumpidamente gobiernos hegemónicos de laboristas y conservadores podría quedar dinamitado por una tendencia hacia un modelo más plural.
A punto del cierre de los colegios electorales, los analistas prevén que la participación supere en unos cinco puntos la de 2005, cuando el 61 por ciento acudió a votar. Esta vez, más de 44 millones se registraron para ejercer su derecho en unas elecciones en las que el Laborismo se juega el hito del cuarto mandato consecutivo. Por primera vez desde que Tony Blair se mudase a Downing Street, hay perspectivas ciertas de cambio.

   Las encuestas mantenían a David Cameron como el favorito, si bien el candidato conservador no habría sido capaz de sellar el pacto para garantizarse la mayoría absoluta. Un panorama que convertiría en clave a la tercera fuerza, los liberaldemócratas, auténtica revelación de la carrera que hoy llega a su fin. Sin embargo, el empuje inicial que supuso el auge de su líder, Nick Clegg, en los últimos días ha ido perdiendo fuelle en los sondeos, que han visto, por contra, un ligero repunte del partido del Gobierno.

   El recuento de los votos comenzará a las 22.00 horas (una más, en horario peninsular) y las primeras estimaciones se esperan a medianoche. Este año la comisión electoral se ha marcado el objetivo de acelerar el escrutinio, si bien habrá que esperar hasta entrada la madrugada para tener una idea real de la composición del nuevo Parlamento. Un dato que no tiene por qué aclarar, necesariamente, quién será el próximo inquilino de Downing Street, puesto que mucho dependerá de la relación entre apoyo popular y escaños y cómo los partidos interpreten el veredicto de las urnas.

Escenarios

   En principio, el favorito, David Cameron, ya ha anunciado su intención de gobernar en solitario, de no conseguir los 326 escaños que marcan la hegemonía en una Camara de los Comunes que la próxima legislatura contará con 650 asientos, cuatro más que en ésta que toca a su fin. Sin embargo, de nuevo, los de Clegg podrían ser clave, no sólo para garantizar la investidura del candidato 'tory', sino para dar estabilidad a un Gobierno que deberá afrontar el mayor agujero presupuestario desde que existen los registros, con un país recién salido de la recesión más prolongada de la que se tiene cuenta.

   La irrupción de los liberaldemócratas fue, de hecho, uno de los grandes revulsivos que llegó a amenazar la ansiada mayoría de Cameron, puesto que ampliaban el reparto de la tarta en Westminster. Sin embargo, todo está a expensas de un peculiar sistema electoral que no tiene por qué reflejar necesariamente en número de asientos el porcentaje de votos obtenidos.

   Por el momento, el modelo favorece a un Laborismo que, en sus tradicionales bastiones, obtiene las actas por una diferencia de votos inferior a la que registran los otros dos en aquellas plazas en las que resultan ganadores. Actualmente, un diputado tan sólo necesita obtener una papeleta más que sus rivales para resultar elegido, lo que invalida en la práctica todas aquéllas que no sean para la opción ganadora. En consecuencia, en números, conservadores y liberaldemócratas pueden contar con más electores de su parte, pero éstos no tienen por qué traducirse en un mayor número escaños.

Voto mayoritario

   Por ello, durante la campaña la apelación al voto mayoritario había ocupado un espacio crucial en la estrategia de los partidos, especialmente de unos conservadores que veían cómo se les escapaba una aspiración que, hace 18 meses, parecía decantada a su favor. No en vano, los más de 25 puntos de distancia que llegaron a sacar a los laboristas se fueron recortando hasta no superar, en el mejor de los casos, los ocho. Una horquilla que podría marcar la diferencia entre obtener o no la mayoría. El vuelco electoral que ésta les exige, el mayor desde los años 30, implicaría no menos de un 9 por ciento de ventaja respecto a sus rivales.

   No obstante, éste no es el único desafío a la historia de la cita de hoy. Los tres candidatos se estrenaban como cabeza de lista. De la terna, el conservador David Cameron fue el más madrugador a la hora de ir a votar. En torno a las 10.30 horas (una más, en horario peninsular), el líder 'tory' acudía a depositar su papeleta junto a su esposa, Samantha, en la circunscripción de Witney, en el condado de Oxford, a la que representa en Westminster desde 2001.

   Apenas 45 minutos después, Gordon Brown, hizo lo propio en su distrito escocés de Fife, donde ha venido votando desde que en 1983 se hizo con el asiento de Kirckaldy en la Cámara de los Comunes. El primer ministro concurrió también con su mujer, Sarah, al igual que posteriormente el tercero en discordia, Nick Clegg, si bien el candidato liberaldemócrata se verá privado de la papeleta de su cónyuge, Miriam González Durantez, puesto que ésta no puede votar por mantenerse en el censo electoral español. Aún así, ambos aparecieron juntos en Sheffield, donde el considerado la revelación de la campaña ejerce como diputado desde la legislatura que toca ahora a su fin.

Sondeos y números

   Ninguno hizo declaraciones, si bien David Cameron, tras despertarse con una tendencia masiva a su favor en las portadas de la prensa británica, dijo sentirse "bien". "Lo dejaré así", declaró a los medios de comunicación que lo esperaban a la salida del colegio electoral, si bien los mismos sondeos se resisten a garantizarle la mayoría absoluta. La última de las publicadas, en el diario 'The Guardian', le otorgaba, no obstante, un destacado margen de hasta ocho puntos con respecto a los laboristas, que lo acercarían notablemente al límite que marca la hegemonía en Westminster.

   Este año son 650 los escaños que están en juego, la mayoría, hasta 533, en Inglaterra, por los 59 de Escocia, los 40 de Gales y los 18 de Irlanda del Norte. Aún así, en una de las plazas inglesas, la de Thirsk y Malton, la votación ha sido retrasada hasta el 27 de mayo, debido a la muerte de uno de los candidatos durante la campaña. Un incidente que se suma al susto de esta mañana, cuando la avioneta en la que viajaba el anterior líder del Partido por la Independencia de Reino Unido y candidato por Buckingham, Nigel Farage, sufrió un accidente que, con todo, no revistió gravedad para el actual eurodiputado.

   En total, 4.150 candidatos aspiran a un escaño, esta legislatura estaban hasta diez partidos representados. En esta ocasión, existen dudas acerca de la posibilidad de la entrada de nuevas formaciones, entre ellas, el Partido Nacionalista Británico (BNP, en sus siglas en inglés), una organización de corte xenófobo que en las europeas del pasado junio consiguió hasta dos asientos en la Eurocámara.

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