Un aumento paternalista del precio del tabaco

Dada la situación económica en que nos encontramos inmersos, en estos días andamos metidos en un marasmo de hipotéticas soluciones que pueden gustar o no pero, como mínimo, son anunciadas.

Así, entre unos que aplican el aumento del IRPF para los "ricos" que superan los 120.000 euros anuales u otros que recortan sueldos a los funcionarios o los que quieren aumentar el IVA en pleno verano, tenemos el debate abierto.

Y, en medio de la confusión, nos aumentan, sin anunciarlo (o, si lo han hecho, muy sibilinamente), el precio del tabaco. Ciertas marcas el lunes costaban 3,15 euros en un estanco y el martes habían aumentado su coste a 3,45. Aplaudamos la medida: al fin y al cabo, del tabaco se puede prescindir antes que de otros productos de primera necesidad. Pero, eso sí, exigimos que la anuncien debidamente y no se escondan como si tuviesen miedo. No como fumadores -quien lo sea- sino como ciudadanos. Y eso también vale en caso de que la excusa sea no querer amargarnos aún más la existencia con más aumentos de precios, da igual...

Lo que no es de recibo es el tufo del método. Es decir, el fumador, ante la sorpresa -continuación de la que ya se llevó ante el último aumento, significativamente superior al, entonces sí, anunciado-, con lo que se queda es con que a la necesidad presupuestaria se ha unido un descarado paternalismo. "Más allá de que necesitemos dinero, subimos el tabaco por tu bien; para que no fumes tanto", parecen decirnos.

Pues no. Una cosa es la necesidad y la otra que nos traten como párvulos. Por eso, ¿papá Estado? No, gracias.