Bilderberg en Sitges

Es curiosa la expectación despertada entre la prensa indígena por la celebración en Sitges de la reunión anual del llamado Grupo Bilderberg. Existe desde hace más de 50 años, como tantas iniciativas surgidas en plena guerra fría y cuya razón de ser es constituirse en laboratorio de ideas. La mayoría de la premsa -y de los antisistema concentrados en los aledaños del hotel- se acaba de enterar de su existencia.

Es exagerado decir que en esas reuniones se deciden los destinos del mundo. Concentrados en fortines cerrados a cal y canto de mirones y curiosos, unos cuantos "poderosos", capítulo que reservo a financieros, empresarios transnacionales y menos a los políticos -porque éstos van de paso y a menudo ni se enteran de qué va la película- debaten sobre los retos del presente y diseñan los escenarios del futuro. También repasan sus análisis pasados y el grado de acierto en el pronóstico. Un dato que les avala es que en la reunión del año pasado, por ejemplo, vaticinaron la crisis griega.

¿Es Bilderberg el gobierno del mundo en la sombra? Si es así, también lo sería la Trilateral, el Club de Roma, y tantos y tantos grupos reservados que no dan cuenta de sus agendas, sus contactos y sus decisiones. Son grupos privados, sin subvenciones oficiales y sin obligación de explicarse a la opinión pública.

La presencia española en estos foros de los "poderosos", o en Davos, es más bien discreta, por no decir escasa: Antonio Garrigues, Jaime Carvajal, Juan Luis Cebrián, Guillermo de la Dehesa, Luis Solana, Rodrigo Rato, Jordi Pujol, Narcís Serra, Manuel Marín, Ana Patricia Botín... Sorprende, en cambio, la presencia de la reina Sofía en Bilderberg, cuando no tiene ningún poder ejecutivo e incluso institucionalmente no se le reserva más que el papel de consorte del Jefe del Estado. Consciente o inconscientemente, nunca se la ha dejado que aflore con perfil propio.