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Paloma Cerezal, la saga continúa

Paloma Cerezal, la saga continúa

sábado 12 de junio de 2010, 18:33h

Cerezal es en Sevilla sinónimo de buen hacer, de maestros en el arte de la aguja y el dedal, por eso Paloma Cerezal, continuadora de una saga que ha ennoblecido el oficio, se siente orgullosa de llevar tan ilustre apellido. Paloma Cerezal empezó a volar con sus propias alas hace diez años en su taller de la Plaza de la Concordia de Sevilla. Allí siguen acudiendo las clientas de toda la vida, las que frecuentaban la casa de la calle Cuna, donde se respiraba ese ambiente de costura de solera. Un ambiente que también se siente aquí, porque a Paloma Cerezal se le nota que ha crecido rodeada de telas, hilos, patrones y de la elegancia y la exquisitez en el trato a la clientela.

Dice que a su padre, Petete Cerezal, le debe todo lo que es. “Con él aprendí no sólo a saber atender a cada señora, sino a interpretar sus ideas y a saber apreciar que un vestido es importante hasta la última puntada, porque ahí radica nuestro prestigio; esa va a ser nuestra publicidad en la calle”.

Paloma Cerezal, además de abrigos, camiseros y trajes de chaqueta, se ha especializado en novias y en madrinas. Sus trajes son reconocidos y llevan el sello de la casa Cerezal. “Hoy las niñas son más atrevidas y no les importa innovar, incluso a la hora de ponerse una mantilla, un complemento que sigue en auge, aunque en los últimos tiempos el velo de tul va subiendo enteros. Lo más importante es que prevalezca el gusto de la novia y que no interfiera la madre, que suele discrepar de su hija, sobre todo si ella opta por un modelo más moderno. Ahora se estilan los trajes con mucho movimiento tipo romántico, sin olvidarnos del medieval, una tendencia muy en boga. Las madres prefieren vestidos con más cuerpo, más rotundos y clásicos, pero hay que tener en cuenta que es el gran día de la niña, que es la protagonista”.

 

Madrinas

Sobre la proliferación de la moda de novia prêt-à-porter es tajante al afirmar que todo el mundo sabe que este sector es un negocio. “La gente ahora, con la crisis, pasa por el altar con menos cosas que antes, pero no escatima a la hora de casarse. Es una gran fiesta para las familias y todo les parece poco. De todas formas, veo en las tiendas muchos trajes de escote palabra de honor. Siempre he considerado que las mangas son muy importantes, aunque sean transparentes, sobre todo para la ceremonia. Luego en el baile se pueden quitar para que la novia esté más cómoda. Quizás esto se deba a que el encaje de mangas, junto con el cuello, es lo más difícil a la hora de montar un vestido. Se requiere oficio y dedicación y eso es incompatible con los trajes en serie”.

El gran “boom” de las novias es mayo, junio, septiembre y octubre, por eso Paloma se casó en enero, que es un mes de poco trabajo. Eligió un vestido de inspiración japonesa, basado en un kimono, que dejó boquiabierto a los invitados.

 Sobre las madrinas no tiene duda: hay que hacerles un vestido que les rejuvenezca. “Hoy las señoras de sesenta años están estupendas y deben elegir un diseño que les favorezca. Si van de mantilla negra, debe ser de una sola pieza. Los colores, en verdes y azulones, que son los que se llevan porque los malvas y buganvillas han decaído bastante”.

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