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¿Conviene Europa a España?

domingo 13 de junio de 2010, 11:17h
La pregunta de si Europa conviene a España es, por supuesto, retórica. Todos saben que, a estas alturas, y recién cumplidos los sosos fastos de las bodas de plata con la UE, España no podría vivir sin Europa. Ni siquiera las duras exigencias llegadas desde el corazón de la UE, representadas en los rostros de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, han logrado soliviantar el nacional-nacionalismo, ese orgullo patriotero que tantas veces ha constituido lo peor  del ánimo hispano. La UE ha hecho mucho por España en el pasado, y los españoles lo saben. Ahora pasa factura. Esta misma semana vuelve a someternos -bueno, vuelve a someter al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero- a examen. En La Moncloa creen que aprobaremos... ¿o no?

El Consejo Europeo del próximo día17 resulta crucial para muchas cosas, entre ellas para superar ese nacional-pesimismo que nos aqueja y al que ni siquiera unas hipotéticas victorias en el mundial de fútbol, que es ahora lo que apasiona al personal, van a bastar para superarlo. Unos elogios, aunque sean moderados, procedentes del área Merkel-Sarkozy servirán para contrarrestar ese bajísimo estado de ánimo interno y ciertas maniobras externas que, como las de cierto influyente diario económico anglosajón, se empeñan cada lunes y cada martes en presentar a España como un país quebrado.

Aseguran que Zapatero, que la víspera de esa ‘cumbre’ europea que marca de hecho el fin del semestre presidencial español presentará ‘su’ reforma laboral y la hará aprobar ampliamente en el Parlamento, está optimista, cómo no, y que espera recibir las europalmadas en la espalda. Creo que no tiene por qué no ser así. De enemigo acérrimo de cualquier abaratamiento del despido, el presidente español, que sabe dónde la aprieta el zapato (no, no es un juego de palabras), parece que se ha convertido en el principal defensor de un cese laboral que, en ciertas condiciones, al empresario le costaría una indemnización incluso de menos de veinte días por año trabajado. El mismo viraje que con el ‘decretazo’ de hace dos semanas: del Zapatero del mes de abril no queda, en junio, casi nada.

Estamos, pues, ante un nuevo ‘tijeretazo’, que viene impuesto por las condiciones europeas -e, insistimos, de Obama- y ante el que no cabe otra cosa que el sometimiento. Lo sabe también Mariano Rajoy, que en estas semanas, como probable alternativa al frente del Gobierno español a medio plazo, está siendo observado muy atentamente por las cancillerías europeas. Lo saben en el PNV y en CiU, formaciones, al fin y al cabo, con sólidos y viejos lazos con Europa. Y votarán, se supone, en consecuencia a la hora de hacerlo en el Congreso de los Diputados.

Los sindicatos, que no quieren, en el fondo y pese a las bravatas, ni oír hablar de una posible -y creo que improbable- huelga general, y la patronal, que bastante tiene con lo suyo -esta semana, elecciones en CEPYME, con la permanencia o no de Gerardo Díaz Ferran en la CEOE como telón de fondo-, tiene que hacer sus respectivos paripés; pero cada vez cuentan menos a la hora de las decisiones, que ya se ve que se toman en Berlín, en París, en Bruselas y en Washington.

Pienso, pues, que Europa dirá “sí” al ‘sudor y lágrimas’ que nos aguarda. Otra cosa será la suerte que le espera al mensajero, ZP en este caso, que lleve el plan de recortes a esa Bruselas también de por sí agitada por sus propios vientos internos de cambio, que es la palabra, ay, de moda.
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