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Sí estamos 'depres'

Sí estamos 'depres'

jueves 17 de junio de 2010, 19:30h

   De la poblada hemeroteca de frases desafortunadas de Zapatero los periódicos extraen hoy una perla:

---“Me siento orgulloso de lo que hemos hecho durante treinta años y quito al Gobierno y a quien lo preside”

--- Pues oiga, quítese de en medio porque aquí andamos 44 millones de españoles dando el callo y, a lo que parece, sin levantar cabeza.

   No, no estamos para ironías, que están los tiempos muy malos. Aunque con todo peor me sentó la arenga voluntarista y como en familia del otro día cuando Zapatero le dijo a González: “Felipe, ¡no estamos depres!”

   Pues yo sí estoy “depre”; a ti no te voy a engañar, jefe Jáuregui, y no te creas que todo viene por el desastre de “la roja”, que bueno, que también, ¿!es que ya no nos puede pasar nada bueno!?

   Es como el bonito anuncio ese que paga Esperanza Aguirre para el Metro de Madrid pero al revés. Mira: están las calles puestas, han apagado las farolas, el señor que coloca los árboles y las plantas ha cumplido un día más… Pero sales a la calle y nada está, en contra de lo que dice el anuncio, perfecto. No, lo que pasa realmente es que nada funciona.

   Hoy seguramente toca resignarse a lo Wiston Churchill cuando decía aquello de que la “democracia es el menos malo de los sistemas”. Por eso, aunque parezca mentira, habrá que admitir que de otra manera, con otro sistema político para afrontar los problemas o tomar las decisiones, la deuda, la crisis, la solvencia del país, el paro, el estado de bienestar, el despido, la protección social, etc nos irían peor, mucho peor. Pero la “depre” nos da porque el sistema o quienes lo sirven fallan estrepitosamente. Pongamos la reforma laboral. Si hay cuatro millones y medio de parados largos; si ocho de cada diez contratos que se hacen son basura, si hay más de un millón de familias en las que nadie puede trabajar, si en cada crisis que se produce España se pone en la cima del top ten del paro… Entonces parece que tenemos un problema y habrá que resolverlo. Disponemos para ello un Gobierno. Pero se ha tirado años diciendo que no había nada que reformar para pegar el volantazo, en cuestión de semanas, y decir, de repente, que ahora sí, es la hora y que hay que sacar adelante la reforma laboral que sea y como sea.

   La democracia concede un papel relevante a los grupos políticos de la oposición. La mayoría de ellos han reclamado durante años la reforma laboral y ahora no quieren afrontar el coste político precisamente de aquello que venían reclamando, matices aparte: ¿o acaso no estaban hablando siempre de que había que facilitar a los empresarios como desprenderse más barato de los trabajadores y de decir a los sindicatos que su inflexibilidad no creaba empleo? El PP, autoproclamado ahora como el partido de los trabajadores, quiere que nos olvidemos de aquella propuesta de Mariano Rajoy de un contrato para todos con una indemnización por despido indeterminado y que dependía solo de su duración. Algo así como despido gratis para el sinfín de contratos basura del que malviven cientos de miles de españoles.

   Tampoco nos han funcionado los sindicatos, elemento básico de una democracia. Habrá huelga general que defenderá a uñas y dientes los contratos con 45 días por despido de los fijos fijísimos de este país. Pero ni Cándido Méndez ni Fernández Toxo han sido capaces, en dos largos de diálogo social, de dar una sola alternativa a los millones de trabajadores que tienen contratos temporales, a los cuatro millones y medio largos de parados o a las cientos de miles de pequeñas empresas que se platean todos los días el cierre acuciados por las deudas y las pérdidas.

   Menos rendimiento hemos obtenido de los ¿esfuerzos? negociadores de la CEOE. La aptonal es otra de nuestras instituciones democráticas fundamentales. Pero sus representantes se han convertido en los “mister no” de cualquier acuerdo solidario en tiempos de crisis. Son quienes tienen que crear empleo pero a cambio lo piden todo: no se trata ya de abaratar costes y eliminar rigideces laborales para funcionar mejor. Gerardo Díaz Ferrán y sus “pares” lo que exigen es la desregulación total y piden una reforma laboral que les otorgue por ley la libertad absoluta para disponer sobre sus trabajadores y además sin intervención alguna de los jueces.

   Como en el anuncio del Metro de Madrid, además de las calles, las farolas, los árboles y las plantas la democracia coloca todos los días el Gobierno, el Parlamento, los partidos políticos, los empresarios y los sindicatos. Pero no parece que nos estén funcionando para arreglar nuestros problemas del mercado laboral. Lo malo es que llevan así varios años en asuntos de no menor cuantía -crisis, pensiones, educación, déficit- Aquí el acuerdo o el pacto están malditos, ninguno de los que tienen que negociarlos parecen dispuestos a ceder lo más mínimo para conseguirlos, aunque todos son conscientes de que el país los está pidiendo a gritos. ¿No es para estar “depre”?

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