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Diario de un especulador: 'El coñazo de las elecciones'

viernes 11 de mayo de 2007, 11:52h


A mi señora se le ha puesto cara de mala hostia. Y todo, porque a la hora de la jamancia familiar le he dicho que mañana le tocaba otra vez notario. “No fastidies, Ful --me dijo— que tengo pelu y luego quiero ir de tiendas con la niña, que ya ha acabado el curso y necesita ropa para Mallorca”. Pues nada, Mati. Te jodes, que tu firma es necesaria, porque para eso te he puesto de presidenta de las dos últimas inmobiliarias que he tenido que formar. ¡Una pastizara gansa en abogados y notarios, mismamente!.

Sí, ya sé que han empezado la campaña esa de las elecciones municipales. Ya me advirtió hace un mes mi contable. Un tipo muy listo, que es economista, aunque cuando le conocí era repartidor de butano. Él se ha encargado de tener los detallitos (otra pasta gansa) con los alcaldes y concejales amigos. Y no me jodáis con eso de que está mal visto lo de untar a esos tipos. Lo de las ayudas a los partidos políticos (mi colega de Seseña se ha marcado un puntazo, porque tiene a los socialistas y a los del PP en el bote) son el chocolate del loro. Algo asín como calderilla. Y, encima, si no te pasas de un tope, la cosa desgrava. Como las cuotas sindicales, mismamente. Que no sé para cuando deberíamos tener el Sindicato de Promotores, como me decía Valentín, un tipo muy majo del PP, que lo preside en Los Santos de la Humosa (Madrid). Semos tan trabajadores que cualquiera de los pringadillos que andan en el tajo de nuestras obras. Pos anda que no me he chupado horas en el tajo, haciendo de encofrador, colocando tuberías y hasta poniendo ladrillos a cordel. Sí yo tenía un futuro como maestro albañil y todo.

A este Valentín le hemos echado una mano en su pueblo. Otra pasta gansa, que, de momento, no parece que vayamos a recuperar. Y todo porque están peleados los unos con los otros. Que el Javierito López, el alcalde, está muy mosqueado porque la Comunidad de Madrid le ha tumbado un Plan General de Ordenación Urbana que era una virguería. No sólo se recalificaban terrenos, sino que se llevaba por delante un montón de casas familiares, para poder hacer bloques como Dios manda. Que con los solares de tres casas, a cuatro alturas y lo del bajo cubierta, metía yo unas “soluciones habitacionales” que no me las mejora ni la madre que las parió, o sea, la chica esa, la Trujillo, la ministra de la Vivienda. 

Sé que las elecciones municipales son un coñazo, porque a todos les da por montárselo en plan pureta con esto del urbanismo. Que si no hay que especular. Que si no podemos cargarnos el territorio. Que si la mandanga del crecimiento sostenible. ¡Pollas en vinagre!. Que unos que saben mucho, como que están al frente de los bancos, me han explicao, cuando los saqué a pasear ese verano en Mallorca, en el pedazo de yate que tengo, que es el mayor de España, que lo de la construcción es el puntal del crecimiento económico. ¡Leche!, de eso yo ya me había percatado, mayormente. Menuda pasta –bueno, los banqueros, muy finorris, lo llaman “volumen de negocio”—les estoy dando a ganar. Que la Banca y las cajas de ahorros (cajas de robos, las llamaba un sobrino de la Mati, el Ricardito, cuando iba de okupa en Vallecas, pero ahora lo tengo de listero en unos bloques que estoy haciendo en Parla)... bueno, que decía que la Banca y las cajas de ahorros, a cuenta de la vivienda, se forran a comisiones. Que cobran por todo, hasta por sentarse en una silla mientras te arreglan lo de la hipoteca. Pos anda que no. Si lo sabré yo. Que para mi primer crédito, cuando hice seis chaletillos en donde Cristo dio las tres voces, me hicieron sudar más que en una semana acarreando cemento. Menos mal que gracias a un conocimiento (el tío era alcalde pero se lo llevaba crudo) conseguí despegar y aumentar el curro.

Pero eso ya es otra historia. Lo importante es que hay que aguantar el tirón, la mala prensa que hay contra nosotros. Hasta que no pasen las elecciones, yo como si no conociera a la mitad de alcaldes y concejales de España. Y ellos a mí, ni nombrarme. Porque nunca llovió que no escampara. Y ya se lo he dicho a mi señora, la Mati. Que no pantojee. Ella a lo suyo, que es lo mío. Vamos, que en cuanto mañana firmemos en el notario, como que nos vamos a Mallorca pal barco. Yo ya he cumplido con todos. Vamos, que he hecho la inversión. Es cuestión de paciencia. Las obras que tengo no me las pueden tumbar. Y dentro de seis meses, como que más. Que, aparte del ladrillo, hay eso que se llama “servicios de valor añadido”, como traídas de aguas, saneamientos y esas cosas. Mientras, que los políticos sigan montando sus pollos. Será un coñazo, pero yo no tengo prisa.

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