ZP ahora tiene que ganar en casa

Ganó, por la mínima, en Europa a la que metió un gol como el de los suizos a España: remolón, embarullado, confuso. Dudo de que alguien en el Eurogrupo se haya leído con detenimiento el decreto de la reforma laboral, que es un monumento a la chapuza técnica, pero la cosa coló. Y presumiblemente colará también en casa, donde Zapatero tiene que puntuar esta semana sacando adelante el ‘laboralazo’ en las Cortes: lo sacará, muy presumiblemente, una vez más como el gol de Suiza, a base de abstenciones y mucho teléfono rojo. ¿Se gana el mundial de la política con eso? No, pero se sigue en la competición.

Yo diría que los pasos de Zapatero, ahora que cierra la sosa presidencia española de la Unión Europea, van a ser más o menos los siguientes: afrontar el debate sobre el estado de la nación, a mediados de julio, con una crisis de Gobierno, ya hecha para entonces o en ciernes; consolidar las medidas de dureza económica, preparando su reconversión en proyectos de ley para el otoño ‘caliente’ que llega…y aguantar, aguantar lo que le echen ante las elecciones municipales y autonómicas que, en principio se presentan muy reñidas para el PSOE. Y si, entretanto, se cumplen las previsiones que algunos barajan en Interior acerca de algún tipo de ‘paso atrás’ de ETA y de su entorno, pues mejor que mejor.

De todo ello, lo que más atenciones acapara, al menos mediáticamente, es la crisis de Gobierno. O, mejor dicho, la ‘posible’ crisis de Gobierno, probable para muchos comentaristas, porque nadie parece haberse creído las manifestaciones de Zapatero y de su ‘lugarteniente’ Blanco diciendo que no habrá cambios en el Gabinete. Personalmente, me alineo con aquellos que piensan que una buena parte del elenco ministerial está tan abrasada –Chaves, Corbacho, Sinde, Aído, Corredor, acaso la propia Elena Salgado--  que a ZP no le quedará otro remedio que sustituirla, aunque no tenga ganas de hacerlo. 

Las voces a favor de la crisis, cada vez menos disimuladas, llegan especialmente desde las propias áreas socialistas: el castellano-manchego Barreda, el extremeño Fernández Vara y la siempre bulliciosa organización madrileña son las puntas de lanza de estas peticiones, que reclaman ‘seniors’ en algunas carteras, una reducción del elenco ministerial y que este sea capaz de afrontar las nuevas tareas de endurecimiento económico y menos estado de bienestar. El viejo equipo, que tenía orientados los cañones hacia otro lado, no está capacitado para llevar a cabo una política diametralmente opuesta. Puede que Zapatero tampoco lo esté, pero es el presidente del Gobierno y ahí debe seguir, en mi opinión, sin escuchar voces exaltadas que quieren su salida inmediata de La Moncloa y la convocatoria ya de elecciones generales. 

Los sindicalistas, algunos banqueros y empresarios, se unen al clamor pro remodelación gubernamental; ya que Zapatero, que lo cierto es que ha encontrado pocas ayudas para hacerlo, no ha sido capaz de forjar un pacto de Gobierno con la oposición, que al menos forme un Gabinete potente, de socialistas notables, apoyado en figuras independientes si no pueden provenir de otros partidos. ¿Podrá, querrá, hacerlo Zapatero? Tengo la impresión de que, para ganar en casa –y su moral de victoria dicen que es mucha para el corto plazo, nula a medio--, el entrenador ZP tendrá que mover el banquillo. Lo importante ahora es saber si hay o no ese banquillo.


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