Rosa Montero: "La literatura es un juego crucial de supervivencia"

"Escribo para otorgar al mal y al dolor un sentido que en realidad no tienen", confesó la escritora, protagonista de la segunda jornada de la IV Cita Internacional de la literatura en español 'Lecciones y Maestros', organizada por la Fundación Santillana y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).

   Para Montero, los escritores son personas "más conscientes de la muerte que la mayoría" y su bálsamo, la literatura. "Cuando todo parece insoportable, siempre te queda la escritura", afirmó la autora de 'La loca de la casa', que manifestó que con su trabajo procura "envolver el sufrimiento propio y el de los demás en la seda negra de la escritura", con el objetivo de "sobrevivir". "En los peores momentos de mi vida, alguien agazapado dentro de mí toma furiosas notas escritas con lágrimas y sangre", confesó.

   Además, la escritora de 'El corazón del tártaro' manifestó encontrarse en "el lugar contrario" al de los autores de trilogías: "voy caminando por las sombras y el movimiento me lleva a islas desconocidas, paisajes remotos. Pura terra incognita. Soy un perro que deambula por la bruma y un perro, además, lastimosamente necesitado de caricias, extremadamente frágil", relató.

   En este sentido, señaló que los escritores necesitan al lector de una "forma absoluta" puesto que después de haberse pasado años "viviendo dentro del mundo imaginario de la novela" si nadie les entendiera su "ensueño se convertiría en el delirio de un loco". "Carecer de lectores sería la condena más cruel y absoluta, que es la soledad psíquica", matizó.

   Para Montero "escribir es un regalo de las hadas, un obsequio maravilloso aunque haya que pagarlo con fragilidad psíquica, patológica inseguridad, con desmemoria", dijo, después de haber constatado que "la mayoría de los narradores" han sufrido en su niñez una "decadencia", es decir, que "antes de la pubertad, antes de los 12 ó 13 años, perdieron el mundo de la infancia".

Una escritora 'orgánica'

Montero, que vinculó el hecho de sentir que aún está viva, al de seguir escribiendo, lanzó durante su discurso un "mensaje de gratitud" a la escritura y a la lectura y celebró "su capacidad para salvarnos".

   Explicó que empezó a escribir a los cinco años y que se siente "una escritora orgánica". "Para mí escribir ha sido como beber, como respirar, como algo esencial, estructural, primario y primero en mi memoria", apuntó.

   Describió el oficio de escribir como "una carrera de larga distancia, un oficio que absorbe todas tus energías, todas tus horas" en el que "se deben tomar miles de decisiones sutiles", como el adjetivo perfecto o la coma precisa.