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A la deriva

A la deriva

lunes 28 de junio de 2010, 15:49h
El Gobierno de Rodríguez Zapatero es un pequeño bote que, en medio de una tormenta, navega a la deriva si rumbo, dejándose llevar por el fuerte viento y el oleaje. Quizás esta afirmación parezca dura pero, a mi juicio, es incuestionable.

Rodríguez Zapatero prometió la noche electoral del 14 de marzo de 2004 no cambiar, ¡y vaya si cambió! Ha pasado, en pocos días, de asegurar, con firmeza, como a él le gusta, que no iba a reformar el mercado de trabajo a hacer la reforma laboral que Rajoy desearía y que no se atrevería a hacer. En suma, Zapatero le ha hecho el trabajo sucio a los mercados.

El presidente, para justificar que ha abandonado a los que le pusieron en la Moncloa, decía en el Congreso de los Diputados, el pasado 23 de junio, que se “ha impuesto la realidad de los hechos”. Eso no es cierto. No es cierto que no se pueda hacer nada más, no es cierto que no se pueda salir de la crisis si no es a expensas de los sectores sociales más frágiles.

Pero el Gobierno ha impuesto una agenda llena de sacrificios hacia los sectores más débiles. Primero con el recorte del gasto social. Después con la reforma laboral. Para después seguir con la reforma del sistema de pensiones.

Así, si cogemos como ejemplo la reforma laboral lo que debería pedirse a la reforma es que facilite la contratación de desempleados, promueva la flexibilidad organizativa de las empresas y  desincentive el uso de la temporalidad y el despido como mecanismos de ajuste. Pero la reforma del Gobierno no parece ni útil ni equilibrada, porque no desincentiva la temporalidad abusiva y facilita aún más el “despido express”, sin causa. Se legalizan las empresas privadas de intermediación, para facilitar la colocación de parados,  aun a riesgo de generar más desigualdad. De hecho es una reforma para patronos, que basan su modelo en bajos costes laborales, frente a aquellos empresarios que prefieren formar, remunerar bien, y competir en el mercado con valor añadido y no con bajos costes laborales. Y es una clara apuesta por un modelo que invierte en bajos salarios y no en mas oportunidades. Por el contrario, no se tiene ni el decoro de poner fecha límite para este recorte en toda regla de derechos laborales. En época de dificultades, los trabajadores deben arrimar el hombro. Y ¿cuándo acabe la época de dificultades? ¿Podrán los trabajadores de este país participar de los beneficios y mejorar sus condiciones de trabajo? ¿Se compromete a ello el presidente del Gobierno? No se sabe. Nada ha dicho a día de hoy.

El problema de fondo es que la reforma laboral es una pieza más. Este es un Gobierno que en las épocas de bonanzas no sólo quiso abordar las reformas pertinentes, sino que incluso llegó a perder el margen para intervenir des de lo público. Bajo el lema de “bajar impuestos es de izquierdas” se dejó de recaudar hasta 30.000 millones de euros (el doble que el ajuste); se universalizo una caprichosa política de cheques; y nos quedamos con un país con un esfuerzo fiscal claramente por debajo de la media europea. Por aquel entonces se quiso combinar dicha política con un mantenimiento e incluso con una moderado incremento del Estado del bienestar. Pero llegaron las épocas de las vacas flacas, y el país no había hecho los deberes. Lo curioso es que después de haber hablado del cambio de modelo, las reformas que tocaban ni se atrevieron a realizarlas –una reforma fiscal progresiva y verde; la reforma del sector financiero, o la reforma del sector eléctrico- , quizás porque estas si necesitan de valentía. Finalmente, ya sea por haber tirado el margen de maniobra por la borda de forma caprichosa, o por dogmatismo económico al no querer revisar la política de ingresos, o por docilidad con determinados sectores más que poderosos, o por la suma de cada unos de estos factores, al final este es el Gobierno que decidió claudicar, que optó por retirarse del terreno en el que se debiera ubicar un Gobierno que se reclama de izquierdas.

Es cierto que esta es la senda que marca una Europa que se ha situado en la retirada prematura de estímulos, pero también es verdad que Rodríguez Zapatero aparece como el líder más aventajado en la política de ajuste social. El ajuste sólo es por la vía de los derechos y del gasto sin exigirle absolutamente nada a aquellos que en cambio si que pueden aportar. Mientras Europa está con Hoover, el presidente que renuncio a una política de estímulos y hundió más a la economía global, otros, como los norteamericanos, mantienen políticas neo-keynesianas, mucho más sensatas dada la envergadura de la crisis que hoy tenemos.

España dispone de un déficit importante –el equivalente al del Reino Unido-, una deuda pública muy por debajo de la media europea; y un endeudamiento privado muy por encima de los países de nuestro entorno. Tenemos una fuerte dependencia energética del exterior, hecho que nos hace especialmente vulnerables para la próxima crisis, la energética. En este contexto, no sólo es posible otra salida de la crisis, sino que es necesaria una salida justa, solidaria y sostenible. Basada en una reforma fiscal progresiva y verde; en alguna exigencia al sector financiero y en una reforma en profundidad de nuestro sector energético.

Joan Herrera Torres, diputado en el Congreso y secretario general de Iniciativa per Catalunya Verds.
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