Nuestro experto en Europa analiza 'La Presidencia que no ha sido'

Ante un hemiciclo en gran medida vacío, el Presidente español ha tenido que recoger una opinión de izquierda a derecha que cuando menos califica la Presidencia española como irrelevante, decepcionante, vacía de contenido, oportunidades perdidas, falta de previsión, falta de autoridad. Evidentemente en su comparecencia, el Gobierno la califica de satisfactoria destacando que la Presidencia española ha tratado de generar confianza y unidad en la Unión Europea y que se han logrado resultados de gran calado con respecto a la Política Económica Común o, lo que es lo mismo, sustanciales avances en la Unión Económica, así como otros grandes objetivos.

    Esta visión positiva del Presidente español es la misma que había manifestado la Vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega en el Senado, al decir que el Gobierno está razonablemente satisfecho, que se han conseguido avances importantes y que cuando se mire atrás, esta Presidencia será como aquella en que se pusieron los pilares de la gobernanza económica. Por su parte el Secretario de Estado López Garrido dijo que al comienzo de la Presidencia española, Europa no tenía nuevas instituciones y que la ciudadanía estaba expectante a raíz de la crisis económica y financiera por lo que había que dar la talla, manifestando que como Gobierno de España, la Presidencia ha hecho un trabajo excelente que ha cambiado muchas cosas en Europa, concluyendo que “España ha cumplido con el 97% de los objetivos del semestre según el balance oficial” (sic). Parece lógico que el Gobierno español, a través de sus legítimos representantes, tenga esta opinión, lo contrario, en un político, es impensable y también que una personalidad como el Presidente de la Comisión Europea diga que la Presidencia española ha hecho una labor acertada y positiva, palabras sin duda agradecidas porque no puede olvidar el apoyo que el Presidente español le prestó para lograr su reelección. Pero no parece que sea este el sentir general, más al contrario, y por ello el propio Gobierno debería hacer, al menos, alguna autocrítica.

    Desde luego, donde está el mayor error del Gobierno es en haber intentado presentar a la ciudadanía española una imagen de su cometido institucional verdaderamente errónea. Jamás ha habido una Presidencia española de la Unión Europea y todo ha ido justamente bajo esta imagen, para muestra basta un botón, la página web se titula “Presidencia Española eu 2010.es” y todas las actuaciones previstas y realizadas llevan el pomposo título de Presidencia Española, pero esto nunca ha sido así y nunca se ha querido explicar al menos al gran público; lo que ha habido es la Presidencia española del Consejo de la UE que no es lo mismo que la Presidencia española de la UE, máxime cuando si hay un Presidente, que lo hay, es el Presidente del Consejo Europeo y ese, que se sepa, es desde el 1 de enero de 2010, el belga Herman Van Rompuy.

    Sin embargo, deliberadamente, el Gobierno español ha seguido hablando de la Presidencia española y eso tiene una lectura, evidentemente interesada de protagonismo político, que ya había anticipado Leire Pajín, Secretaria de Organización del PSOE cuando manifestó meses antes del comienzo de la Presidencia: “Les sugiero que estén atentos al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta: la coincidencia en breve de dos presidencias progresistas a ambos lados del Atlántico, la presidencia de Obama en EEUU y la Presidencia de Zapatero en la Unión Europea en tan sólo unos meses”

Cabe entonces preguntarse qué es lo que al Gobierno le interesaba cuando comenzó la Presidencia; muchos creen que lo que le interesaba al Gobierno era sobre todo el protagonismo mediático y por eso planteaba hacer incluso de las Cumbres, todo un gran escenario. No olvidemos que el Presidente Rodríguez Zapatero venía presentando la Cumbre UE con EEUU como uno de las grandes citas de la Presidencia española y el 1 de febrero se enteró que el Presidente de los EEUU “nunca tuvo en sus planes una cumbre en primavera con la Unión Europea”. Entonces tomó nota de que las Cumbres era un tema que no correspondía a la Presidencia del Consejo y por lo tanto debió rebajar las pretensiones planetarias de las que había hablado la Secretaria de Organización de su partido. Un ex diplomático británico, Shaun Riordan, tiene su propia opinión, la Presidencia del Consejo “se ha utilizado más para la promoción nacional que para la integración europea”, y juzgando la Presidencia española ha sido muy cruel al decir que el problema de este semestre era la crisis económica y los déficits fiscales y que el único rol de España ha sido no como una parte de la solución sino como elemento clave del problema.

    Lo que advertimos, y lo decimos sin ánimo de crítica, es que es una pena que pretendan presentarse como éxitos de la Presidencia española del Consejo lo que no lo son en realidad. España no ha tenido un protagonismo principal en los Consejos Europeos y por lo tanto decir que en esta Presidencia se han puesto los pilares de la gobernanza económica de la Unión es desfigurar una realidad. El Portavoz del PP en el Parlamento Europeo lo ha dicho sencillamente “Fue significativo que en su comparecencia del Consejo Europeo del 17 de junio, Van Rompuy no nombró ni una sola vez a España ni al Presidente rotatorio”.

    Hay dos cuestiones sobre las que verdaderamente hay que reflexionar. Lo primero que la Presidencia española debía haber asumido como principal obligación con España es fortalecer el conocimiento general entre los ciudadanos puesto que como bien reconoce Felipe González, principal inspirador y responsable del proyecto Europa 2030, la clave del éxito europeo está en compartir, explicar y cumplir. No niego que los Consejos informales puedan tener valor pero ¿alguien sabe qué es lo que han tratado? ¿Se ha explicado algo sobre los grandes temas de ese proyecto de una Europa de la energía, el medioambiente, del tráfico aéreo, de las proposiciones sobre los servicios financieros, de cuáles son los problemas de la Unión por el Mediterráneo, de los derechos de la pesca, de los progresos del Mercado Interior, de los avances de la Europa de la Justicia, de los objetivos de la reducción de la pobreza, de la modernización educativa, de las medidas de protección de los bosques... Parece que el interés por trasmitir lo que hace Europa es muy escaso, apenas llegan a los medios de comunicación más que las noticias de agencia y la Presidencia española del Consejo ha estado muy poco cerca del ciudadano; ni siquiera apostando por un amplio programa de apoyo a actividades diversas que parecen tan múltiples como alejadas de un objetivo preciso, que sin duda tiene que ser el de acercar cada vez más al ciudadano al proyecto europeo. En este sentido quiero recordar que en el Eurobarómetro (otoño 2009) tan sólo el 29% de los españoles confía en su propio Gobierno como Institución, habiendo pasado desde el 48% en enero al 34% en junio. Sin embargo el 66% de los españoles opina que es buena la pertenencia a la Unión Europea y el mismo 66% se muestra optimista en cuanto al futuro de la Unión Europea.

    La segunda de las cuestiones afecta a la credibilidad de nuestro país con los socios europeos y sobretodo a la credibilidad económica. Es bueno reconocer que España no tiene un protagonismo importante que se atribuye en la articulación de la futura gobernanza económica de la Unión, ni siquiera de reafirmar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. También sería bueno reconocer que las medidas económicas que ha tomado el Gobierno en este país le vienen en gran medida impuestas por el marco de actuación que nos permite la Unión Europea y que aunque tenga una factura enorme en España, sobretodo si se empeña en algo tan socialmente indigerible como bajar las pensiones, tiene que explicar que esas medidas están impuestas por nuestra pertenencia a la eurozona y otras más que habrán de tomarse y que hay que cumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento en España y no tratar de dar lecciones a nadie y menos que a nadie a Alemania. Se acabó de generar desequilibrios presupuestarios, España no puede mantener ese 86% de dependencia energética. Lo poco bueno de este final de la Presidencia española del Consejo, por favor, que el Gobierno repita “del Consejo”, está precisamente en que España ha asumido de grado o a la fuerza parte de sus responsabilidades para no poner en riesgo la propia Unión Monetaria europea o si se quiere, la propia supervivencia de la Unión.

    Y termino, Jorge Manrique pasaba revista a los grandes del Reino de Castilla que habían sido unas décadas antes: “que se fizo el rey Don Juan, los infantes de Aragón que se ficieron, que fue de tanto galán, que fue de tanta ilusión como trujeron”. Ese ha sido otro error de la Presidencia española, no contar con tan grandes europeístas como ha habido en la España de estas décadas. ¿Dónde está el consejo de Josep Borrell, de Enrique Barón, de Marcelino Oreja, de tantos otros, incluida esa eminencia europeísta que es Javier Solana? ¿Acaso se ha molestado el Gobierno de resaltar ese informe espléndido que cerró Felipe González como Presidente del Grupo de Reflexión sobre el futuro de la UE en 2030 y que presentó al último Consejo Europeo? Lo único que podemos afirmar al final de la Presidencia es que el Presidente español, Rodríguez Zapatero, sabe ya muy bien quien es el Presidente del Consejo Europeo y quienes son los que deciden en Europa. Esperemos que nuestra credibilidad como país importante en la Unión no sufra más quebrantos por nuestras impericias, nuestro afán de protagonismo o nuestra falta de humildad. Construir Europa cuesta mucho, permanecer en Europa es irrenunciable.



Rogelio Pérez-Bustamante
Chaire Jean Monnet